A pesar del peligro, los líderes de Polonia, la República Checa y Eslovenia se subieron a un tren con destino a Kiev, para reunirse con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. Según los funcionarios de la UE, esta guerra unió a Europa Occidental más que ningún otro acontecimiento, desde la Segunda Guerra Mundial. El continente se armará ahora contra las amenazas a su seguridad.
En esta guerra, Rusia desempeñó el papel de nación unificadora y acercó a los países europeos. Les dio una buena sacudida para hacerles sentir que hay cosas importantes, más allá de la codicia por el petróleo y el gas, como seguridad y preservación de la nacionalidad. Los rusos hicieron un magnífico trabajo en ese sentido. No por decisión propia, probablemente fue inesperado, pero resultó.
Hasta ahora, Europa ha imaginado que puede afirmarse sin invertir en su existencia y seguridad. Cada país cree que puede dormirse en sus laureles para siempre, sin hacer ningún esfuerzo, aportando sólo una mínima parte para la seguridad, nada más. Pero esa no es la manera de garantizar una seguridad duradera.
Debido a que la situación empeora, los países europeos se ven obligados a examinar la pertinencia de pertenecer a la OTAN y también exige que la OTAN demuestre que realmente se preocupa por todos. Hasta hoy, cuando un país propone aumentar el presupuesto de defensa, todos responden abiertamente que es imposible.
Por eso, el golpe, en forma de guerra, hará que Europa se dé cuenta de que la paz hay que pagarla. Esperemos que esto ocurra y que, en consecuencia, la psique europea cambie y se una en bien de la seguridad.
En este momento no hay una verdadera unidad entre los miembros europeos de la OTAN, pues la verdadera unidad debe sentirse adecuadamente y el deseo de unirse no debe ser causado por la compulsión, es decir, la amenaza de guerra. Ahora está ocurriendo sólo por falta de elección, pero sigue siendo un paso adelante para revelar la verdad, que es ver, hasta qué punto falta unidad entre los países europeos y lo débiles e indefensos que son.
Por eso, la naturaleza, la Fuerza Superior, trabaja a través de Rusia, para despertar a la aletargada Europa. Es la misma fuerza que creó el mundo e impulsa a la humanidad por apuros y dificultades, para que se acerque y se una.
A lo largo de las generaciones, la Fuerza Superior ha inculcado orgullo, ego y otros deseos egoístas a la humanidad. Estos rasgos han causado todo tipo de problemas, incluyendo la separación y la guerra. Como todos tenemos los mismos deseos egoístas, vemos al resto del mundo como una herramienta para satisfacer nuestros caprichos. Así, explotamos y nos aprovechamos de los demás por años, pensando que así debe ser la vida.
En nuestra generación, estas diferencias, que han evolucionado perezosamente a través de períodos históricos de esclavitud y coerción, saqueo y crueldad, están adquiriendo una importancia renovada. A partir de ahora, esa percepción ya no se desarrollará gradualmente en nuestro interior, sino que caerá sobre nuestro entendimiento como máquina tragamonedas, en la que, una jugada acertada, deja caer un abundante caudal de riqueza.
En la primera fase, la sociedad humana entenderá que no puede organizar la vida sin conexión. Veremos, gracias a plagas, conflictos, guerras y otros acontecimientos desagradables, que sin una mejor conexión, no tenemos futuro.
En la segunda fase, desearemos unirnos, no sólo para sobrevivir y existir, sino para vivir adecuadamente. También descubriremos cuál es la verdadera vida, cómo superar los instintos egoístas que llevamos dentro y parecernos a la fuerza de la naturaleza, donde todo está en equilibrio. Lo único que se requiere de nosotros es que comprendamos que nuestra relación abusiva y egoísta nos llevará a la destrucción. A partir de ahí, el camino para buscar la unidad será más corto.
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