Está claro, nos dirigimos a un año inusual. Nos dirigimos a un año inusual en EUA, un año inusual en Israel, un año inusual en Rusia, un año inusual en todo el mundo. Nos encaminamos a un año de dolores de parto. Está surgiendo un mundo nuevo y vemos sus esfuerzos por nacer. Por nuestra parte, debemos ayudar a que se materialice más temprano que tarde, más rápido que lento y más fácil que difícil.
Primero, debemos entender que las fuerzas que nos presionan desde todos los lados, son necesarias. De lo contrario, no naceremos en el nuevo mundo. En segundo lugar, debemos ayudar al bebé a deslizarse fuera del canal de parto con mayor facilidad. El parto que estamos viviendo, es muy especial. No sólo estamos emergiendo de una realidad a otra, de la esclavitud a la libertad. Nuestro ego está renaciendo de una manera nueva; se invierte.
Al otro lado del canal del parto se encuentra una nueva humanidad, una nueva comprensión, un nuevo sentimiento, la unión, el poder de la conexión que nacerá entre nosotros. Dentro del ego, nacerá la cualidad de dar; ¡este es el embrión! La partera es la naturaleza y debemos ayudarle a traer al recién nacido, para eso, debemos explicar al mundo la realidad integral e interconectada que se está formando dentro y entre nosotros.
Debemos comprender y ayudar a otros a comprender la idea de conexión. No es la misma conexión que se ve en los equipos deportivos ni en el mundo empresarial, donde los equipos se unen contra otros equipos y luchan entre sí hasta la muerte (metafórica). Hablamos de entender que la conexión es un valor en sí, no un medio para otro propósito, es el objetivo en sí.
No es sólo la meta, es el valor más alto posible, el cenit del logro del hombre, cuando uno puede unirse con otros de modo que el individuo siente al colectivo como si fuera parte del individuo, como si mi cuerpo se hubiera extendido en todo el mundo y toda la humanidad y toda la naturaleza fueran células y órganos de mi cuerpo. Rav Kook tenía algunas frases hermosas sobre esta inclusión. En su libro Orot [Luces], escribió: «Nuestra alma se extenderá a todos, abrazará a todos, sostendrá y animará a todos y traerá a todos de regreso al lugar de nuestra casa de vida».
2020 fue el primer año en el que, simultáneamente, todo se vino abajo, en todo el mundo. Sin embargo, lo sorprendente es que no destruyó a la humanidad; simplemente nos paró en seco; las cosas dejaron de funcionar. La Covid-19 detuvo la economía global y la destrucción de la naturaleza. Las elecciones presidenciales rompieron la poca fe que la gente tenía en el gobierno y entre sí.
La conclusión es que no tenemos un gobierno en el que podamos confiar ni una economía en la que podamos confiar y nos sentimos inseguros acerca de nuestra salud, riqueza (si la tenemos) y principalmente, nuestro futuro. Esta es una crisis. Sin embargo, una crisis también es el lugar de nacimiento de los recién nacidos. En hebreo, por cierto, la palabra Mashber significa tanto «crisis» como la silla en la que, en la antigüedad, se colocaba a la mujer en trabajo de parto para ayudarle a dar a luz. Hoy, la humanidad está sentada en ese Mashber.
Nosotros, los que somos conscientes del cambio que atraviesa la humanidad, que entendemos que sólo la conexión, por encima de todas nuestras muchas diferencias, nos llevará a una nueva realidad de paz y amistad, debemos ayudar al resto del mundo a procesar el mensaje. Necesitamos ayudar a la humanidad a pasar por el parto derramando la menor cantidad posible de sangre .
Todo parto es doloroso. Pero, dado que ya estamos en el trabajo de parto, también podríamos pasar por él con menor dolor. La madre naturaleza ya nos está expulsando, exige que entendamos dónde estamos, que maduremos y nosotros tampoco queremos ignorar nuestra posición y función en el universo. Hay presión de todos lados para nacer, así que nazcamos juntos; pasemos del estado de división y alienación al primer estado de conexión, de la manera más rápida y fluida que podamos.
Es impactante y hermoso al mismo tiempo el estar envueltos en este mo saber pero querer conocer de tal manera que un minuto de vida ahora es tan significativos
y absorbente que no quiere una otra cosa
Excelente reflexión doctor Laitman.