Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

La maldición de las reelecciones

israel reelecciones elecciones unidad judíos“Mientras las leyes de la sociedad no satisfagan a todos y cada uno de los individuos del Estado y dejen una minoría insatisfecha con el gobierno, esa minoría conspirará y buscará derrocarlo”, escribió Baal HaSulam en la década de 1930 en su ensayo Paz en el mundo. A esto agregó que si el poder de la facción perdedora “no es suficiente para luchar cara a cara contra el gobierno del Estado, buscará derrocarlo indirectamente, podría ser incitando otros países entre sí y llevándolos a la guerra”, pues es natural que en tiempos de guerra haya mucha más gente insatisfecha, así tendrá esperanza de lograr la masa crítica para derrocar al gobierno del Estado y establecer la nueva dirección que le convenga”.

Parece como si estas palabras hubieran sido escritas ayer, no hace noventa años. Aún peor, la pertinencia de las palabras de Baal HaSulam demuestra que no hemos aprendido mucho.

Establecimos el estado judío con base en leyes que tomamos prestadas del Mandato Británico que gobernó antes que nosotros, con algunos remanentes de las reglas del Imperio Otomano que gobernó antes que los británicos. Estas no son las leyes de la nación israelí, son leyes de las naciones del mundo. Esta incongruencia desgastó la legitimidad de la estructura judicial, a tal punto que, tanto los legisladores como los legos se inclinan cada vez más a seguir sus propias interpretaciones de la ley.

Sin un objetivo común y con una constitución adoptada colectivamente, nunca tendremos un gobierno estable ni un Estado judío sólido. Nuestra ley cotidiana debe ser la ley que fue la base del pueblo judío: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Incluso cuando el pueblo de Israel no pudo practicarla, siempre se esforzó por lograrlo. Si no lo hace, no se le considera Israel.

Actualmente, dado que no hay ningún esfuerzo ni siquiera la aspiración de unirse dentro del pueblo de Israel que vive en el Estado de Israel, no somos Israel. ¿Qué somos? Somos un colectivo de migrantes y refugiados perseguidos y muchos sienten que el país en el que viven no les pertenece y sueñan con el momento en que puedan regresar al país del que ellos o sus padres fueron expulsados.

La visión de Herzl, de formar un refugio seguro para los judíos, no es suficiente. Si es la única razón por la que nos reunimos aquí, no podremos formar una sociedad cohesionada y estable. La naturaleza obstinada y terca de nuestro pueblo pronto se impondrá y habrá división y hostilidad. Eso es lo que está sucediendo en Israel hoy. Como resultado, los partidos políticos se dividieron, se fragmentaron y se produjo una sucesión de elecciones.

Si queremos estabilizar la sociedad israelí y evitar su desintegración, debemos alinearnos con un solo objetivo, al que valoremos más que nuestra opinión. Además, el objetivo de nuestro país no debe ser salvar a los judíos, sino salvar al mundo de la división y el conflicto.

La razón por la que Israel está siempre en el centro de atención, especialmente en tiempos de conflicto, es que el mundo observa a Israel, buscando ejemplo. Desde el inicio de nuestro pueblo, se nos encomendó la tarea de servir como modelo de unidad. Nuestros antepasados surgieron de numerosas tribus, clanes y países y se comprometieron a amar a los demás más que a sí mismos. Esto es inaudito para los estándares ostensiblemente civilizados de hoy. Y en el mundo antiguo, era totalmente inconcebible.

Aún así, nuestros antepasados lo intentaron y lo lograron. Además, demostraron que cuando se unen, triunfan y vencen a cualquier nación que los desafíe. Demostraron que el éxito militar y económico, en el caso del pueblo de Israel, depende sólo de su unidad.

Alternativamente, cuando se dividieron y se volvieron hostiles, mostraron debilidad y las naciones extranjeras los dominaron y los exiliaron. Nuestra nación es única, por eso, se convirtió en la primera nación que pudo elegir su propio destino. Cuando eligió la unidad, tuvo éxito; cuando eligió la división, fracasó. En cierto sentido, nuestra nación fue una prueba del concepto, “piloto”, como nos llamó el historiador Paul Johnson. Probamos que, extranjeros pueden unirse en paz y amor, si valoran la unidad más que su propia cultura y tradición.

La maldición moderna de elecciones interminables refleja que disminuyó el nivel de unidad de nuestro pueblo en el Estado de Israel. En lugar de alinearnos en torno al principio de unidad por encima de todas las consideraciones, cada parte promueve su agenda y afirma que llevará a Israel al éxito. Pero, todos están equivocados porque si sus ideas no requieren la unidad nacional como condición previa, no importa qué agenda apoyen; están condenados al fracaso.

Cuando alcancemos nuestra unidad por encima de las diferencias, se eliminarán las maldiciones de las elecciones perpetuas. Además, hasta que lo entendamos, se evitará el peligro de otro cataclismo para el pueblo judío, hasta que Israel se convierta en lo que Israel debe ser: “luz [de unidad] para las naciones”.

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Un comentario sobre “La maldición de las reelecciones
  1. Rosa María Lomeli Delgado dice:

    Gracias por compartir. Muchas gracias. DIOS los bendiga grandemente.

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