La plegaria verdadera

Cuando pensamos en religión, usualmente pensamos en oraciones, vestiduras, ritos, tal vez incienso fragante o velas encendidas en hendiduras designadas a lo largo de las paredes y los labios de la gente moviéndose en silencio mientras hablan con su Dios. Todos piden lo que necesitan; oran por ellos mismos, por sus seres queridos y creen y esperan que Dios les conceda sus deseos. Nunca han visto a Dios, nunca le han hablado de la forma en que nos hablamos unos a otros, no obstante, su fe es firme. De hecho, su fe es todo lo que tienen. La gente religiosa cambia pruebas por fe, ver por creer; actúa por fe como si fuera un hecho probado.

Pero, si lo piensas, la gente que cree que una opinión política, una doctrina social o que una teoría científica tendrá ciertos resultados y en consecuencia, cambiará su vida, actúa igual que los creyentes de cualquier religión tradicional. Esencialmente, dado que todos creemos en algo, ya sea una deidad, un partido político o una teoría científica, todos somos religiosos. ¿Quién no es religioso? Sólo el que no dice “Amén” a nada, pero que lo comprueba por sí mismo. De hecho, es una rareza.

Claramente, a veces no tenemos más elección que aceptar lo que se nos da. No todos, por ejemplo, podemos subirnos a una nave espacial, volar al espacio exterior y ver por nosotros mismos que la Tierra es redonda. Pero, esas nociones, por interesantes que sean, no cambian nuestra vida. Donde los asuntos son vitales, no debemos seguir a ciegas, debemos experimentar, probarlo nosotros mismos y ver si es verdad o no.

Cuando los cabalistas, de quienes aprendí todo lo que sé, escriben que el Creador es bueno, no esperan que lo creas. Te dicen cómo hicieron su experimento, cómo llegaron a sus conclusiones y tú debes intentarlo por ti mismo. Hasta que repitas sus intentos y llegues a tu propia conclusión, no serás considerado cabalista. Quizá te consideren estudiante de Cabalá, pero no cabalista. Si eliges actuar con fe ciega, nunca serás cabalista, seguirás siendo religioso. Si eliges cuestionar todo lo que te dicen y experimentar contigo mismo, quizá logres lo que ellos lograron y serás digno de llamarte «cabalista».