El orgullo israelí resaltó esta semana, caminó por la alfombra roja para recibir un premio Oscar y lanzó una nave espacial a la luna. Todo lo que la creatividad israelí toca, se convierte en oro. Todo lo que produce la mente judía, rompe fronteras. Y así es, efectivamente, los judíos nos lo merecemos y en grande. Desde siempre fuimos exitosos en prácticamente cualquier ámbito: medicina, política, agricultura, ciencia, cultura, ¿en qué no? ¡Bravo! Realmente, ¡hurra!
Solo que la humanidad espera más de nosotros. La humanidad espera que le presentemos el producto especial que tenemos la capacidad de producir, el producto que se encuentra profundamente en nuestro ADN judío, el cual es también el producto relevante para su vida en esta era: la sabiduría de cómo conectar entre las personas.
La depresión en el mundo va en aumento. Muchos países están sumergidos en una crisis profunda, política, económica y moral, y esto produce un estado amenazante capaz de estallar a cada momento. La riqueza fluye pero es repartida de forma insensata; se va perdiendo la seguridad laboral; los gobiernos zigzaguean; las olas de inmigración enturbian la sensación de identidad y alimentan a los movimientos racistas y la violencia; el sistema internacional de alianzas que estabilizaba al Occidente desde la Segunda Guerra Mundial, se está desmoronando.
La tecnología ha conectado al mundo en una pequeña aldea global, pero creó una maraña de interdependencias que dificulta la existencia común. Hay todo de todo, pero falta solo un valor: la conexión. Todos están de acuerdo en que la unión es imprescindible para mantener las relaciones entre nosotros, especialmente desde que nuestras vidas se han mudado a las redes sociales, pero nadie sabe bien cómo unir los pedazos.
Según la Sabiduría de la Cabalá, las naciones del mundo esperan de nosotros, los judíos, que les proveamos del ejemplo de un nuevo orden social basado en la conexión y la unión entre personas diferentes y opuestas. Tienen la profunda sensación respecto a los judíos, ya sea consciente o inconscientemente, que ellos pueden orientar a la humanidad hacia ese tipo de forma de vida. “La nación israelí fue fundada y formada como un pasaje por el cual fluirán chispas de purificación para todo el género humano en el mundo entero”, explicó Baal HaSulam en su artículo “La Arvut”, en el cual está detallada la estructura de relación entre Israel y las naciones del mundo, “hasta que puedan comprender la paz que se halla en el núcleo del amor al prójimo”.
Por esto, toda película emotiva, cualquier invento de medicina que salva vidas, todo desarrollo tecnológico brillante, no cubre realmente la exigencia impresa en ellos hacia el pueblo judío. Por lo contrario, esto solo les pincha en los ojos y les produce rebeldía en el corazón. Aún después de que Israel ganara el primer puesto en el festival musical Eurovisión, lanzara exitosamente una nave espacial a la luna y se hiciera con un premio Oscar al mejor cortometraje, sale un capitán de avión y le dice a un empleado israelí en el aeropuerto internacional de Ben Gurion: “yo no le doy la mano a un judío”. Antisemitismo 2019.
Los múltiples éxitos que consiguió el genio judío a lo largo de las generaciones, tienen que dirigirnos hacia una revolución humana que traiga la conexión y la compleción de las relaciones entre las personas. Cuando obremos por la unión entre nosotros, cualquier canción que cantemos o cualquier película que proyectemos serán dirigidas directamente como una flecha al corazón del mundo. De momento que la humanidad dé un paso de un milímetro hacia la unión y el amor, ésta nos colmará de respeto y aprecio hasta que no quede espacio vacío del orgullo israelí.