La gente reacciona a lo que más les duele y los antisemitas no son la excepción. Una respuesta global a la pandemia de coronavirus, que continúa causando estragos con más de 50 millones de casos en el mundo, aparentemente no es la prioridad para la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la ONU. En lugar de evaluar una respuesta global al problema, pasó cuatro valiosas horas de su asamblea general, criticando su molestia, Israel. Los antisemitas que acusan a los judíos detrás de las empresas encargadas de las nuevas vacunas Covid-19, de intentar controlar el mundo y sacar provecho de la pandemia, han inyectado una dosis similar de odio.
Más de un millón de personas han muerto a causa de Covid-19. Después de meses de pandemia, el virus sigue propagándose incontrolablemente, se han renovado los bloqueos en varias ciudades del mundo, la economía global se desmorona, los sistemas educativos operan de manera irregular y todos los ámbitos de la vida han sido afectados. Así que, ¿Cómo es posible que la principal preocupación de los países miembros de la OMS sea condenar a la nación judía por las «condiciones de salud en el territorio palestino ocupado, incluido Jerusalén Oriental y el Golán sirio ocupado»?
Si buscaran hechos reales sobre los retratados como desatendidos en los servicios de salud, descubrirían que, de hecho, las presuntas víctimas reciben mejor atención médica en Israel que en cualquier país árabe. Entonces, ¿hay alguna lógica detrás de señalar a Israel una y otra vez? No hay ninguna, porque el antisemitismo es un sentimiento irracional.
Las teorías de conspiración y los libelos de sangre contra los judíos no son novedad, simplemente se reavivaron.
El hecho de que la comunidad científica haya trabajado día y noche para desarrollar una nueva vacuna contra el virus mortal, sólo alimentó las acusaciones antisemitas.
El principal experto médico de Moderna, la compañía farmacéutica detrás de una de las nuevas vacunas de Covid-19, es el doctor Tal Zaks, científico israelí y el doctor Albert Bourla, judío de ascendencia griega y director ejecutivo de Pfizer, es responsable de otra vacuna contra el coronavirus. En Grecia, un periódico publicó una serie de artículos acusando a Bourla de intenciones nazis detrás del descubrimiento científico y de, en coordinación con Israel, ganar millones de dólares con la pandemia.
El mundo tiene una enfermedad: antisemitismo.
Resurge particularmente en tiempos de peligro. ¿Por qué? Porque la gente siente que los judíos tienen la cualidad fundamental para resolver los problemas del mundo. Al atacar a los judíos, de hecho, elevan a la nación judía a la cima, la responsabilizan de los problemas y al mismo tiempo, reconocen que sabe cómo y tiene el poder de reparar este dolido planeta.
Es precisamente la misión de la nación judía, fundada con el principio de «ama a tu prójimo como a ti mismo», guiar el camino hacia el logro de la unidad y hacia la recuperación del equilibrio de la naturaleza, que se perdió como resultado de nuestra rebeldía, relaciones egoístas e individualista. Desde los tiempos de Abraham, los judíos fueron los primeros en identificar y comprender las leyes de la naturaleza, la necesidad de vivir en una sociedad con base en responsabilidad mutua.
Ahora que la naturaleza refuerza la conexión de la humanidad y surge más odio entre la gente, llegó el momento de aprender a forjar, de manera positiva, nuestra conexión cada vez mayor y unirnos por encima de la separación creciente.
En los últimos meses, la necesidad de unidad se acentuó. La pandemia ilustra la necesidad de responsabilidad y consideración mutuas para restaurar y mantener la buena salud y la creciente división social demuestra la necesidad de unidad.
Si no logramos avanzar hacia la unidad por encima de nuestras diferencias como nación judía, continuaremos evocando odio hacia nosotros y nos acusarán cada vez más de ser la raíz de los problemas del mundo y de nuevo, lo vemos ahora con el coronavirus.
Mientras más pronto nos demos cuenta de que nuestra unidad tendrá un efecto dominó positivo en el mundo, más pronto veremos que estamos tratando el antisemitismo en su raíz. Al unirnos, cumplimos nuestra misión en el mundo, devolver el equilibrio de fuerzas entre la humanidad y la naturaleza.
Si entendemos nuestra misión y buscamos nuestra unidad, no sólo veremos disminuir el antisemitismo, también, a la inversa, podemos esperar amor y respeto para un pueblo judío que irradia ejemplo de unidad positiva para el mundo. Así, no habría razón para que nadie odie a los judíos, porque todos sabrán cómo unirse y un mundo unido no se odia entre sí ni odia a los que muestran el camino hacia su unidad como única cura para los dolores de la humanidad.
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