Ahora que un nuevo año comenzó, la gente está ansiosa por dejar atrás el recuerdo de la pandemia, pero el virus es implacable. Incluso cuando ya se han administrado millones de vacunas contra la Covid-19 en Estados Unidos y en el mundo, según los funcionarios de salud, algunas medidas preventivas, como el uso de mascarillas, deberían permanecer durante algún tiempo. ¿Cómo afectará una sociedad que usa mascarillas a nuestras interacciones personales, particularmente dentro de la generación joven? Pronto descubriremos que la confianza y la cercanía no estarán condicionadas por el uso o falta de uso de las mascarillas. El progreso en todos los niveles dependerá de las buenas conexiones con los demás, de nuestro deseo interno de construir relaciones con significado.
El uso de mascarillas para prevenir la propagación de la Covid-19 transformó la mentalidad de la gente a nivel mundial. Con excepción de algunos países asiáticos que ya están acostumbrados a usarlas para evitar contagiar enfermedades infecciosas, la medida ha despertado controversia en EUA y en otros países, donde se le pide a la gente que se acostumbre a usar mascarillas como parte de la «nueva normalidad».
Después de un año de cubrirnos parcialmente la cara, debido a la pandemia, una nueva investigación de expertos europeos y de EUA, reveló que se complica la interacción social, pues perturba la «lectura de emociones en la expresión facial».
Los resultados del estudio indicaron que estados emocionales como; felicidad, tristeza, ira, se percibieron erróneamente como neutrales. Y las personas disgustadas fueron malinterpretadas como enojadas. Estos hallazgos no estaban destinados a cuestionar el uso de las mascarillas, sino a evaluar su impacto psicológico en las interacciones humanas. A medida que se desarrollen los cambios, la gente lentamente empezará a darse cuenta de lo que sucedió durante este tiempo, desde que apareció el virus y por qué el mundo pasó por una transformación tan dramática.
¿Qué se debe hacer para avanzar? Nuestro progreso no estará condicionado por el uso de mascarillas ni por el distanciamiento social. Dependerá de nuestra capacidad para darnos cuenta de que la pandemia está activando nuestro mayor deseo: nuestra necesidad de conectarnos con los demás, a medida que nuestro mundo se revela cada vez más interdependiente.
Como animales sociales, nuestro anhelo de relaciones más profundas y cercanas se volvió más visible, más auténtico y cualitativo. ¿Qué nos enseñó el virus por las malas? Que teníamos que mantener la distancia entre nosotros, pues no estábamos bien conectados, no podíamos vivir juntos en hermandad y en relaciones positivas. Así que no podremos acercarnos de nuevo, hasta que internalicemos este principio y cambiemos de dirección hacia una sociedad más equilibrada.
¿Quiénes son los más afectados por la falta de interacción social? Sin duda, la generación más joven.
Algunos de nosotros quizá hayamos olvidado lo que es ser joven, el primer beso y el primer abrazo. Por eso, es difícil que comprendamos lo que sienten los jóvenes de hoy. Sienten restricciones duras en su interior, no están de acuerdo con quien quiera detenerlos y limitarlos, incluso maldicen a la fuerza suprema, a la naturaleza, por traer esta situación al planeta. Están dispuestos a deshacerse de todo lo que se interponga en su camino, sin importar las consecuencias, sólo para vivir el momento al máximo.
La naturaleza sabe cómo organizarnos. Desde un nivel sociológico, podría haber sido un golpe mucho más duro. Imagínate un mundo donde la conexión humana no exista en absoluto, en el que nuestro contacto entre parientes, pareja, hijos y padres desapareciera por completo. Una especie de desconexión total en la que no podríamos respirar, nos sentiríamos indefensos, solos, vacíos. Por doloroso que sea estar distantes de otros, la pandemia aún nos da oportunidad de cambiar, nos lleva en la dirección correcta.
Pero, ¿cómo no perder la esperanza después de un año de pandemia? Podemos hacerlo si tenemos pensamientos positivos hacia la conexión. Si constantemente tenemos presente que nuestro buen futuro depende de nuestras relaciones, basadas en cuidado mutuo y solidaridad, viviremos un año nuevo fructífero y feliz, lleno de emociones positivas, revelaciones llenas de significado y experiencias de aprendizaje. Aprenderemos a vivir correctamente, reduciremos la distancia entre nosotros y conectaremos nuestros corazones.
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