La parábola del sabio y el rey

Hay una parábola de un hombre que tuvo un sueño en el que vio al rey en el cielo y al sabio en el infierno. Le preguntó a Dios: «¿Por qué? Pensé que sería lo contrario, que el rey estaría en el infierno y el sabio en el cielo». La respuesta fue: «El rey fue aceptado en el cielo por su apego a los sabios. Y el sabio fue enviado al infierno por su cercanía a los reyes».

Esto plantea una pregunta: ¿qué cualidades debe tener un gobernante para acercarse a los sabios y no a los políticos habituales y similares?

El gobernante debe tener gran respeto por los sabios. Ante todo, los gobernantes deben comprender la necesidad de estar rodeados de sabios.

Es decir, el sabio es una persona que se esfuerza por comprender el significado de la vida. Y el gobernante debe cuidar a su pueblo, la seguridad del reino, su economía, etc., debe estar rodeado de quienes piensan y discuten el significado de la vida. Así, todo saldrá bien.

En la historia ha habido ejemplos monumentales de “reyes sabios”, por ejemplo, el rey David y el rey Salomón. Ambos encarnaron la sabiduría y se rodearon de sabios. Es ridículo suponer que los gobernantes actuales lleguen a esa altura, pero en última instancia, tener gobernantes así, sería lo ideal.

En la parábola, el sabio fue enviado al infierno por su cercanía a los gobernantes. Aparentemente hay una contradicción: ¿cómo podría un sabio no someterse al poder de los gobernantes?

Los sabios deben ser totalmente independientes. Así los gobernantes les escucharán. En otras palabras, la independencia de los sabios atraerá a los gobernantes. Por eso, en la alegoría, haber enviado al sabio al infierno es señal de que, en realidad, fue imprudente y absorbió demasiada influencia del gobernante.

Podemos concluir que un verdadero sabio es aquel que prefiere la sabiduría a cualquier otra cualidad, antepone la sabiduría a todo lo demás. Un verdadero gobernante es el que se inclina ante la sabiduría y da mayor importancia a los sabios. Por supuesto, esto contradice la forma en que actualmente funciona el mundo, donde los profesionales de la economía, la seguridad y la política ocupan la mayoría de las posiciones de poder. Estas personas empujan a la humanidad en la dirección equivocada.

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