Uno de los resultados más notables de la tenaz pandemia, es el mandato de usar mascarillas. Pero el mandato significa más que una mera protección contra la infección. Refleja la transición acelerada hacia una comunicación más interna.
La comunicación en línea que aceleró el virus, no es sólo un desarrollo tecnológico. Aún más, es la transformación en la forma en que nos conectamos en el nivel más profundo. La transición desvió nuestra atención del nivel superficial, a los sentimientos mutuos más íntimos.
Ya sea que lo hayamos planeado o no y, nos guste o no, la naturaleza nos conduce hacia el corazón, nos hace concentrarnos en los sentimientos mutuos en lugar de en la apariencia. La transición nos ha permitido y de hecho nos ha obligado, a examinar nuestros pensamientos y deseos, sentimientos e intenciones hacia los demás.
La naturaleza nos acercará más y más, hasta que nos unamos como uno. Aunque el proceso es obligatorio, podemos hacerlo agradable y deseable. Si entendemos que su punto final es el cuidado y la responsabilidad mutuos, podemos tratar de impulsarlo voluntariamente. Si abrazamos este proceso, no sentiremos que sea obligatorio, sino bienvenido y agradable.
Al final, así como no necesitamos «cubrir» nuestros sentimientos, no necesitaremos mascarillas para protegernos de otros. Si no nos importa si el rostro que tenemos frente a nosotros es negro, blanco, amarillo o rojo, ni ningún otro atributo, sino que queremos unirnos, veremos que verdaderamente somos uno y no habrá virus que nos impongan mascarillas.
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