El cabalista Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) contó una parábola sobre un hombre que cometió un delito grave contra el rey y fue sentenciado a trabajos forzados, en una prisión desolada, fuera del país.
Al llegar, vio a otros que fueron sentenciados de manera similar. Pero fue afectado por amnesia, se olvidó de su vida anterior y creyó que ese lugar desolado era su hogar natal.
Su percepción se limitó a su entorno inmediato y a sus compañeros de prisión. Aprendió las reglas de su nueva vivienda para evitar mayores castigos, sin saber que él mismo las había infringido.
A pesar de conocer las duras penas por violar las reglas, no logró conectarlas con su propia situación y víctima de la amnesia, ignoró su verdadero estado, desconectado de su pasado y de la realidad de su sentencia.
Como el hombre de esta parábola, también estamos sentenciados a esta Tierra. No es nuestro verdadero lugar de nacimiento y desarrollo. Somos extranjeros y extraños y aún no se nos da la oportunidad de saber de dónde venimos realmente ni cómo llegamos aquí.
En nuestro desarrollo y en nuestra naturaleza, no nos estamos adaptados a esta realidad y vivimos así, porque es el deseo del Creador, la fuerza superior única que nos creó y nos sostiene, en este momento.
Sin embargo, nuestra vida aquí no es castigo. Es una etapa de desarrollo hacia una conexión en la que nos adaptaremos al poder superior que nos creó y nos sostiene.
En otras palabras, lo que percibimos como vida terrenal no es nuestra verdadera realidad. Nuestra verdadera realidad surge cuando desviamos el enfoque de las ideas habituales sobre la naturaleza, sobre nosotros y sobre el Creador y entendemos que nuestra naturaleza cósmica, que es totalmente sobrenatural, no tiene nada que ver con el cuerpo ni con pensamientos ni con nada que podamos imaginar. Si deseamos descubrir la verdadera realidad, debemos elevarnos por encima de nuestra percepción y sensaciones. Es decir, la verdadera realidad está “afuera” en alguna parte, por encima de nuestros sentidos, por encima de todo. Es lo que comprenderemos más adelante, con sensaciones completamente nuevas.
Además, esa realidad es imposible de describir. Sólo aquellos que alcanzan esa sensación pueden comprenderla.
Si deseamos optimar la trayectoria de nuestro desarrollo hacia la verdadera realidad, sólo debemos desear unirnos. Por el momento, el sufrimiento se acumula en la humanidad, para instarnos a preguntarnos, cada vez más, qué es esta vida aquí. Mientras más nos lo preguntemos, más cerca estaremos de descubrir la verdadera realidad.
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