Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Todo investigador lo corroborará: la risa contribuye a la salud.

la risa

La risa beneficia al sistema cardíaco, protege el sistema inmunológico, equilibra las hormonas, libera endorfinas, mejora la memoria y esto es solo apenas algunos de sus beneficios.

Cuando la risa es apropiada, puede permitirnos salir de nosotros mismos, ver de costado cómo nos vemos y mirar directamente a los ojos de la vida. Cuando se tiene sentido del humor uno se deshace de la soberbia si se ríe de sus debilidades, desde sus mayores defectos hasta sus mínimas deficiencias. De hecho, se ríe con la naturaleza, pues, ¿Quién sino la misma naturaleza creó al hombre tan egoísta que no ve más allá de sus deseos propios? Un tanto ridículo, un tanto lleno de sí mismo.

De la risa, uno comienza a ver sus asuntos con una sonrisa, a conocerse a sí mismo y por otra parte, a comprender la naturaleza, y ascender entre ambas cosas para ser una persona íntegra.

Egoísta y altruista, recibidor y otorgador, odiar y amar, bueno y malo. Solo quien está compuesto de dos cualidades inversas y opuestas puede entender la profundidad del humor, puede criticarse a sí mismo y a los demás, y reírse.

Así, en vez de decir cosas serias y firmes, fuertes y desagradables, uno se conecta con el prójimo a través de la broma, transmite estados grandes como pequeños sin resistencia.

El pueblo judío es así, está compuesto de dos mecanismos de más y menos, materia y espíritu. Todavía en la antigua Babilonia, hace 3,800 años, cuando Abraham reunió a quien se hastió de la división y el rechazo, producidos por el egoísmo y el individualismo, les enseñó cómo mantener la fuerza negativa y equilibrarla con la fuerza positiva. El patriarca les participó el secreto del altruismo de la naturaleza, la fuerza de la unión y el amor, y les mostró el camino medio que conecta entre los opuestos.

Desde entonces hasta el día de hoy, el humor, que está compuesto de una cosa y su lado contrario, es el alma de la nación israelí. También mi maestro, Rabí Baruj Shalom Ashlag, el Rabash, gustaba de los chistes y la risa. Es claro que no se trata de burla de los demás, de ofender y pisotear al prójimo. El buen humor es otra cosa completamente distinta. Es amistoso, contiene un poco de amargura y un poco de dulzor. El buen humor no se ríe de las personas sino de la fuerza de la creación, la fuerza natural del ego, la tendencia al mal que existe en cada uno, que incita y complica para que nos despertemos y comencemos a mitigarlo con amor. Entonces, entre el mal y el bien, sentimos el sentido de la vida que está compuesta de estas dos cosas.

Si aún no vemos la conexión entre ambos estados, ocurre lo que dijo Sara, la matriarca: “Dios me hizo reír”. Ella estaba sorprendida y feliz con el nacimiento de su hijo Isaac a una edad tan avanzada, y esto le parecía una realidad tan imposible, al punto que le hizo reír.

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Publicado en: News, Salud y bienestar

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