Imaginemos por unos minutos que estamos en un tren especial, el tren de la evolución humana. El tren se acerca a la siguiente parada y se detiene en la estación. Al bajar del tren, vemos un cartel que dice «Bienvenidos a un mundo conectado».
Al principio, nada parece diferente; todo se ve como el mundo que conocemos. Pero a medida que nos aventuramos en el nuevo mundo, empezamos a chocar con cosas y los choques son cada vez más dolorosos. Resulta que el mundo conectado puede parecerse al nuestro, pero se rige por leyes completamente diferentes.
El mundo está cambiando muy rápido. Las fuerzas que operan sobre nosotros nos obligan a pasar a otro nivel de conciencia. Nos exigen que empecemos a comprender las leyes que rigen la naturaleza, a ver el mundo en el que vivimos desde una perspectiva más elevada, más expansiva y global que nuestra estrecha visión.
Por miles de años, la civilización se desarrolló con mentalidad individualista. Cada uno se dejaba llevar por impulsos egoístas que no dejaban de crecer. Pero ahora, estos impulsos nos tienen en un punto muerto.
Los jóvenes de hoy se sienten perdidos, desorientados, no saben qué hacer con su vida ni qué quieren de la vida. Se sienten inadaptados en el mundo que construimos según nuestro propio carácter, pero ellos son diferentes.
Por miles de años, el ego fue el rey. Trabajábamos, hacíamos negocios y ganábamos dinero. Ahora, de repente, estamos encerrados en una red global con innumerables elementos que no podemos controlar ni comprender.
Cada movimiento que alguien hace en algún lugar afecta a toda la humanidad. El efecto mariposa pasó de ser una teoría, a ser una realidad cotidiana. En un mundo tan integrado, donde todo está interconectado y es interdependiente, no tenemos más remedio que tener en cuenta las necesidades de los demás. Poco a poco, al chocar con más y más obstáculos, nos damos cuenta de que, si no pensamos en todos, nadie tendrá éxito.
El problema es que no estamos diseñados para eso. No pensamos de forma considerada ni sentimos que la responsabilidad genuina, sea siquiera posible.
Este será el siguiente gran reto de la humanidad: lograr una nueva actitud hacia los demás. Tendremos que empezar por no hacer a los demás lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros, hasta que finalmente lleguemos a un estado en el que realmente nos amemos, por fantástico que pueda sonar hoy.
Este cambio evolutivo sucederá independientemente de nuestro deseo. Ya está en marcha. La única pregunta es: nos adaptaremos a él sin más golpes que nos hagan dolorosamente conscientes que todos estamos en el mismo barco.
Ahora es el momento de abrir los ojos y aprender a sentirnos conectados. Ahora es el momento de aprender un nuevo paradigma de pensamiento: uno que incluya a los demás, ya que el beneficio de todos es también el mío.
Muchas gracias por su compartir. Ojalá aprendamos a conectarnos todos del todo. Me entristece tantas divisiones de familias, ya no digamos grupos de autoayuda donde el proceso es el mismo, para todos. «Unidad». Amor. DIOS los bendiga grandemente.