Desde principios de año, la gente ha tratado de aferrarse a su vida anterior, en anticipación de una vacuna que curaría a la humanidad del síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), que causa la enfermedad del coronavirus 2019 ( COVID-19). Ahora parece que llegó de múltiples formas y de múltiples empresas. Según un ensayo publicado por el Foro Económico Mundial, «una vacuna suele tardar más de 10 años en desarrollarse». En el caso de Covid-19, varias empresas tardaron diez meses en desarrollarla ¿cómo fue que en varias empresas se desarrolló la vacuna 12 veces más rápido que el tiempo promedio? Eso, por lo menos, nos deja desconcertados.
Sin embargo, este no es el mayor problema. Lo que más me desconcierta es nuestro deseo delirante de que al deshacernos del virus, nos desharemos de nuestros problemas y volveremos al estilo de vida anterior, que, finalmente, fue lo que trajo el virus.
No tengo ninguna duda y tampoco los innumerables científicos que cité en publicaciones anteriores, de que el coronavirus es sólo el primero de una serie de muchas miserias que caerán sobre la humanidad, con una frecuencia creciente. Deshacerse de la Covid de manera parcial, sin abordar el problema desde su raíz, sólo acelerará la llegada del siguiente y más doloroso golpe. Tenemos que entender que nuestra explotación de la naturaleza y de la gente, terminó. Si lo entendemos y nos adaptamos a esta realidad, pasaremos por la fase de reparación con relativa facilidad. Si somos obstinados, la naturaleza tiene muchos más trucos bajo la manga, para mostrarnos quién es realmente el que manda y ninguno de ellos, es agradable.
Tratamos a la naturaleza como si no tuviera vida, algo que podemos apartar y despreciar, como si pudiéramos hacer con ella lo que queramos. El coronavirus vino a enseñarnos lo contrario. Con él, la naturaleza nos habla, nos enseña su lenguaje, su conducta y poco a poco, nos revela sus secretos.
La naturaleza no quiere eliminarnos. Si quisiera, hay formas mucho más rápidas de hacerlo que Covid-19. Llamamos a la naturaleza Madre Naturaleza porque esto es exactamente lo que es. Como una madre amorosa, quiere enseñarnos con el menor dolor y esfuerzo, lo que debemos aprender. Quiere mostrarnos cómo funciona, cómo piensa, qué quiere y por qué lo quiere. Actúa ante nosotros como la madre actúa ante su bebé: ríe y canta, habla con su bebé, hace muecas y señala otros objetos y personas, ¿por qué lo hace?, su bebé no la entiende, ¿cuál es el punto? El punto es que el bebé quiere aprender y al ver a su madre «actuar», aprende todo lo que necesita aprender para crecer.
La naturaleza nos trata como a esa madre. Y como ese bebé, no la entendemos y como ese bebé, no necesitamos hacerlo. Todo lo que necesitamos es desear, igual que ese bebé, la comprensión nos llegará, igual que a todos los bebés que nacen.
La naturaleza quiere hacernos omniscientes, sabios y amorosos. Quiere mostrarnos que todo está conectado y por qué está conectado y nuestro lugar y función en esa conexión. No necesitamos saberlo antes de asumir nuestro papel; simplemente necesitamos escuchar. Así como el bebé, que primero quiere aprender, luego aprende y finalmente actúa, la humanidad debe querer aprender, luego aprender y hasta después actuar.
Si adoptamos esta actitud, no necesitaremos virus ni desastres naturales ni ningún otro miedo. Eso será el último recurso de la naturaleza. Si somos obstinados y no queremos aprender ni ponemos atención a la naturaleza ni comprendemos su lenguaje, la naturaleza no tendrá más remedio que llamar nuestra atención de la única forma que funciona: haciéndonos daño. Podría dañarnos mucho más si quisiera, pero no es así. Deberíamos ser más prudentes, no decir que la Covid es sólo una gripe grave, pues la naturaleza puede darnos un «remedio» mucho más serio.
Lo que nos negamos a entender es que no necesitamos desarrollar una vacuna; ya la tenemos, son nuestras relaciones positivas. Puede que no funcione si pocos lo hacen, pero si toda la sociedad transforma su actitud hacia los demás, si nos convertimos en una sociedad gobernada por solidaridad y cuidado, en lugar de alienación y crueldad, nos convertiremos en una sociedad saludable y próspera, donde todos serán libres y estarán seguros.
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