No hay desencadenante de ansiedad más fuerte que lo desconocido. Y actualmente estamos atravesando un momento difícil en dirección a lo desconocido. Nos aterra. La confusión, el aislamiento y la agitación, son algunas de las amenazas para el estado de ánimo debido a las repercusiones de la COVID-19. Los expertos creen que la situación está cerca de una epidemia social. La única forma de mantenerse a flote en estas aguas turbulentas es con una red de apoyo, construir un sistema inmunológico contra la ansiedad a través de la conexión humana.
Hay muchos elementos impredecibles e incontrolables en la realidad que dependen de innumerables causas ocultas, que perdimos la confianza en múltiples aspectos de nuestra sociedad. Esto hace que la gente se sienta asustada.
Hace cincuenta años no temíamos tanto al futuro. Pensábamos que progresaríamos y las cosas mejorarían. Ahora no sabemos qué traerá el mañana y si las cosas mejorarán para nuestros hijos. Ya no es una especulación; vemos que el mundo está en declive. Nos enfrentamos a un miedo muy real de tener dificultades.
El hombre, por naturaleza, quiere saber sus probabilidades para el futuro; de lo contrario no está seguro de cómo actuar en el presente. En el pasado, la mayoría podía esperar, en gran medida, cuál sería el curso de su vida. La vida era simple, cerca de la tierra, guiada por las estaciones y cerca de la naturaleza.
Con los años, nos alejamos de la percepción de la naturaleza como la raíz de la vida, como el sistema supremo en el que existimos. Nos distanciamos unos de otros, glorificamos los logros individuales y alentamos la competencia despiadada, hasta el punto de que el ego creciente nos hizo sentir que los demás y la naturaleza, fueron creados sólo para servirnos.
No sabemos lo que sucederá. No entendemos qué es lo que nos afecta ni cómo responder correctamente. Lejos de la naturaleza y desintegrados como sociedad, descendimos a una incertidumbre perpetua.
Lentamente, nos estamos acostumbrando a la conmoción que impacta al mundo, aunque aún nos preguntamos qué fuerza actúa en la realidad y nos trae todos estos eventos. Se necesita el elemento de incertidumbre para tratar de encontrar la fuente de lo que nos rodea y darnos cuenta de que es la naturaleza. Es la misma fuerza que nos obliga a ser similares, interdependientes y sinérgicos.
Con dolores y problemas tremendos, gradualmente llegaremos a estar de acuerdo en la importancia de construir una fortaleza de relaciones humanas fuertes y trascendentes. A medida que internalicemos esta premisa y empecemos a trabajar en nuestra conexión, generaremos calidez y afecto, pensamientos de apoyo y preocupación por los demás. Estas acciones fomentarán nuestra confianza en el futuro y nos sacarán de una manera segura de nuestro estado actual de incertidumbre.
La sociedad futura debe ser una en la que la humanidad viva para lograr conexión, porque en la conexión, descubrirá alegría e integridad.
Los humanos somos seres sociales. Dependemos tanto de la sociedad, que debería ser nuestro refugio seguro cuando sentimos escasez y miedo. Necesitamos crear un ambiente que nos de sentido de confianza, de garantía mutua. Esto es todo lo que se necesita para sanar la epidemia social.
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