“La verdad está en los ojos del que la ve”, dice la famosa máxima. En la era de las noticias falsas, es más difícil que nunca distinguir; verdad de falsedad, ¿Cómo podemos decidir a quién creer? ¿Cómo saber cuál es el camino correcto si todo parece ser deshonesto? En filosofía, matemáticas, derecho y ciencia, hay técnicas para determinar la verdad y definirla. La sabiduría de la Cabalá también tiene su definición: verdad es cuidar a los demás. El Creador creó el mundo con la cualidad de amor por toda su creación o no la habría creado, en hebreo, Emet [verdad] es un nombre del Creador. Por eso, verdad es el Creador, es la relación bondadosa con los demás. Cualquier otra relación, es falsa o está cerca de serlo.
Amabilidad o cuidar a los demás, quiere decir que me relaciono con los demás con cuidado y amor, que pienso en su beneficio. No tengo que saber qué les conviene o no; no se trata de lo que sé o no sé, sino de qué siento hacia ellos. Al cuidar a los demás, sabré cómo tratarlos, de modo que sea bueno para ellos.
Se deduce que para ser veraces, debemos aprender a preocuparnos por los demás, pues nuestra naturaleza innata es egoísta. Para hacerlo, debemos ubicarnos en una sociedad donde podamos cultivar esos sentimientos hacia los demás, donde pueda mostrarles que actúo con la verdad, es decir, con bondad y ellos corresponden a esa conducta.
La verdad no es absoluta. La medida de mi veracidad depende del nivel de mi bondad hacia los demás. La verdad absoluta es el objetivo final de nuestros esfuerzos, la corrección final. Es la culminación del proceso de corrección de nuestras relaciones.
Ten en cuenta que no tenemos que corregirnos ni cambiarnos de ninguna manera. Lo único que necesitamos es cambiar la forma en la que nos relacionamos, nuestra actitud hacia los demás. Si tenemos buenas intenciones, actuamos con veracidad. Si tenemos intención de dañar a otros, actuamos con falsedad. En realidad, es muy sencillo.
Otro dicho dice que: sólo los niños y los borrachos dicen la verdad. Hay algo de verdad, porque a medida que crecemos y somos más sofisticados, encubrimos nuestras malas intenciones. Explotamos a los demás y sólo cuando sirve a nuestro interés egoísta, nos relacionamos bien con ellos. Como resultado, tenemos que esconder nuestras malas intenciones, incluso de nosotros mismos, pues nos es muy desagradable pensar que somos egoístas. En cierto sentido, la única verdad en nuestro mundo es la hipocresía.
Podemos cambiar nuestro ego inherente y ser sinceros y amables. Pero, no podemos hacerlo solos. Para cambiar, debo ubicarme en un entorno social que me demuestre que los demás son amables o al menos, más amables que yo. Usar la envidia puede elevarme de mi actual disposición egoísta, a un estado de preocupación por otros y cambiar mis cualidades, de sólo preocuparme por mí, a preocuparme por los demás, se considera como cambiar de la falsedad a la verdad.
No podemos evitar iniciar en la falsedad; es nuestra naturaleza inherente. Pero, deberíamos usarla siempre que sea necesario, para decidirnos a cambiar. Una vez que determinamos que queremos cambiar, debemos elevarnos por encima de nuestra naturaleza, con la ayuda del entorno como acabo de decir y ser más y más bondadosos.
Cuando se trata de cambiar, vemos que dependemos de los demás. Por eso, si queremos tener éxito, debemos estar seguros que muchos más, también quieran cambiar. De ello se deduce, como dice la sabiduría de la Cabalá, que el individuo y la sociedad dependen uno de otro, eso implica que si la sociedad no tiene éxito, tampoco lo tendrá el individuo.
Deja una respuesta