“Gracias por haber elegido la diversidad, gracias por aceptar las diferencias entre nosotros. Yo amo a mi país – ¡el año que viene en Jerusalén!”, dijo Neta Barzilay con la voz temblando de la emoción en el victorioso discurso al ganar el festival de la canción de Eurovisión. Este logro que colocó a Israel sobre el mapa debe continuar y manifestarse en Eurovisión 2019 que se realizará en Jerusalén, la capital de Israel. Agreguen a este giro cultural que Israel está viviendo el Giro D`Italia en el ámbito del deporte, el traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén en el ámbito diplomático, los logros en el campo de la alta tecnología y en otros terrenos y verán que ha llegado la hora de entregar a la humanidad el gran regalo que tenemos en nuestro poder: la fuerza de la unión.
La euforia que abraza a Israel debe ser traducida en actos. Imagínense el momento en el que millones de seres humanos en el mundo entero levantan sus ojos hacia el acto festivo que se realizará el año que viene en Jerusalén, en el momento en el que se revela el secreto judío: aprendiendo a través de una exhibición espectacular la narración histórica de la patria de un pequeño y poderoso pueblo que no deja de aferrarse a pesar de todas las peripecias que la historia le ha presentado en el camino; emocionándose frente al inmenso esfuerzo por llegar a la unión en la escena del Monte de Sinaí donde nos convertimos en pueblo y recibimos la Torá de la conexión; identificándose a través del prolongado camino por el desierto y la vida en la tierra de Israel; enfrentando el dolor del enfrentamiento insistente contra el antisemitismo, la ola de emigraciones, los pioneros y la lucha por la tierra; y finalmente impresionándose del increíble y creativo éxito en todos los aspectos de la vida: seguridad, agricultura, economía, tecnología alta y principalmente en la sociedad.
La exhibición de este propósito extraordinario presentará a nosotros y al mundo que nuestro logro como judíos dispersos pero conectados, que celebran el derecho de existir en el Estado de Israel sobre la tierra del pueblo de Israel – es la señal de una nueva humanidad. Una oportunidad de oro para demostrar cómo podemos conectarnos alrededor de la idea de la unidad y la revelación de la fuerza superior – el pegamento que conecta entre los hombres y les ayuda a “aceptar la diversidad por encima de todas las diferencias y oposiciones”, como lo dijo Barzilay al ganar el festival. No solo aprenderemos a aceptar y contener, sino también a dar y amar, como está escrito: “el amor cubrirá todas las transgresiones”.
La unión de Israel es la capacidad de ver la imagen completa y unida, la capacidad de agradecer por el mal como por el bien, y así cumplir nuestra misión como nación israelí. Entonces seremos un faro de luz para el mundo, la “Luz de las naciones”, y tendremos el aprecio y el honor por parte de las naciones del mundo. De otro modo, así como cuando una persona que odiamos consigue grandes éxitos y nos produce rechazo, el odio y el antisemitismo aumentarán contra Israel. Inconscientemente la humanidad espera ese cambio y cuando nos señala culpándonos como el origen del mal, solo nos está “pinchando” a su modo para que nos ocupemos de la raíz del problema.
Una ceremonia con este espíritu se convertirá en una verdadera festividad nacional. No solo nos consolidará en una sola conexión extraordinaria, sino que también despertará simpatía, conexión, apoyo y un gran abrazo de parte del mundo entero. Cuando cubramos las transgresiones uno del otro con amor, cuando seamos garantes unos de otros, entonces se disolverá el odio natural y se convertirá en un aprecio verdadero.
Fotografía: Reuters