El bolsillo de la gente ya enfrenta el impacto de la mayor sacudida económica desde la Gran Depresión. La angustia es real y tangible y provocó intentos de un rápido retorno a la rutina, de vuelta a lo que conocimos en el pasado reciente: pleno empleo, cultura de consumo y juerga de compras y, por supuesto, un rápido crecimiento económico. Pero el sistema financiero se derrumba muy fácil. Deberíamos aspirar a construir un modelo económico más sostenible y sólido.
A mediados de marzo, alrededor de 39 millones de personas en EUA, habían perdido su empleo. La crisis se extendió más allá de la capacidad del gobierno y de los bancos centrales para ayudar a empresas, empleados y trabajadores por cuenta propia. Jerome Powell, jefe de la Reserva Federal de EUA, señala la respuesta incomparable al desafío igualmente inigualable de la recuperación, «no hay precedente en la historia de EUA posterior a la Segunda Guerra Mundial, ni siquiera cerca, de lo que hizo el Congreso. Pasaron $3 billones en estímulo… Es mucho más grande que cualquier cosa que hayan hecho».
Volver a encauzar la economía, es la esperanza de todos, desde economistas y encargados de formular políticas hasta el trabajador común. Los entiendo totalmente y comparto su dolor, pero tenemos que reconocer lo que sucede a nuestro alrededor, para saber cómo enfrentarlo adecuadamente. De lo contrario, lo que presenciamos hoy, la confusión y las fallas en el trato con la gente y el mercado, sólo aumentarán, cuando aparezcan más golpes de la naturaleza en el horizonte y ciertamente lo harán, como advierte la ciencia, porque hay un propósito correctivo.
Construir en suelo sólido
Los pilares en los que descansa el sistema económico actual han sido inestables desde hace algún tiempo. El futuro del estado de bienestar y la red de la seguridad social son nebulosos. Los patrones de gasto de la generación más joven no están a la altura de las expectativas de los economistas, pues se niegan a aceptar la ecuación de un sueño americano sin fundamento y tienen razón. La crisis de COVID-19 aceleró enormemente esa desilusión y con buenas razones.
La crisis actual es la oportunidad para implementar un cambio en la trayectoria del desarrollo, como lo propuso el Foro Económico Mundial en un ensayo reciente, «Building Back Better «: sugiere la creación de una estructura económica más sostenible. Sin embargo, para generar un cambio sólido y real, debemos considerar el objetivo subyacente de un nuevo sistema económico que debe servir al hombre en lugar de que el hombre sirva al sistema.
Incluso antes de la epidemia, muchos eran conscientes de los defectos de la economía actual que se basa en una competencia cruel, donde la ganancia de uno es la pérdida de otro.
El modelo económico anticuado provocó desigualdades sin precedentes y causó grandes daños al hombre, a la sociedad y al planeta. Pero eso no fue suficiente para redirigir las ruedas del cambio.
Hoy podemos ver con claridad que, en las últimas décadas, el estado del mundo degeneró. La situación del hombre cambió y la economía permanece estancada y fuera de sincronía con un mundo globalizado y conectado, un mundo donde cada uno depende de los demás, en todo. Ya podemos entender que no hay otro campo en la vida del hombre ni en la sociedad más importante que la economía, pero el modelo actual se volvió anacrónico y se mantiene como soporte vital de lo establecido.
Para comprender mejor nuestra situación, imagina dos individuos que se esfuerzan por tener éxito en sus negocios, compiten despiadadamente entre ellos. De repente, aparece una mujer y dice: “No lo saben, ambos son mis hijos; ¡Son hermanos!» Es claro que los hermanos cambiarían inmediatamente su comportamiento y actitud mutua. Esto es exactamente lo que sucede en el mundo: la naturaleza apareció y llama a las puertas de nuestro mundo diciendo: «No lo entendiste antes, pero todos somos una familia». Este cambio en la percepción de la humanidad y sus relaciones con los demás debe ser la base de un nuevo sistema económico.
Así, podemos entender que nuestra economía, basada en explotación y falta de consideración por los demás, debe cambiar. Tenemos que construir una nueva economía con base en un modelo socialmente constructivo y humano. El problema es que no sabemos cómo hacerlo ni qué teoría seguir. El capitalismo despiadado fracasó y también el socialismo, porque todos los modelos económicos pasados se basaron en coerción, corrupción y falsas promesas. Por eso, tenemos que reconstruirlo nosotros mismos sobre una base firme de relaciones correctas, relaciones de apoyo mutuo y responsabilidad.
El mundo global e integral exige una nueva economía con base en la premisa de que nadie está separado. Si uno está herido, hiere a todos. Cuando comprendamos el sistema recíproco que existe entre nosotros y la naturaleza, las respuestas correctas vendrán desde adentro.
El cambio depende de nosotros
Nuestra nueva actitud nos enseñará a comportarnos y a producir sólo lo que es necesario y útil para todos. Y en momentos de dificultades económicas, la nación podrá dar a cada uno, un paquete de servicios y productos vitales que le permitirán mantener un nivel de vida aceptable. Esto creará una red de seguridad social avanzada, que se enfoque en el desarrollo del hombre como el objetivo final y liberará al individuo del yugo del actual sistema económico egoísta.
La gente comprende y siente el dolor abrumador causado por el marco económico actual y la ventaja de un nuevo tipo de economía. Si tomamos la actitud correcta, descubriremos que COVID-19 no es un golpe, sino un avance. Y finalmente, llegará el cambio positivo.
Nuestra nueva era de desarrollo con significado, debe ocurrir en nuestro tiempo. En ninguna generación anterior hubo necesidad de un cambio tan importante, ahora tenemos la suerte de vivir y participar en una era de transformación económica y social en todo el mundo.
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