Las personas egoístas no pueden generar soluciones altruistas

En Europa y en otros lugares, los gobiernos están pagando sumas colosales a las grandes corporaciones para ayudarlas a evitar la quiebra. Ya sea que lo llamen «paquete de rescate» o «flexibilización cuantitativa», al final todo es lo mismo: el gobierno paga a las empresas para que sigan funcionando.

No creo que funcione a largo plazo. Puede mantener a las empresas a flote durante otros seis meses o un año, pero por regla general, el gobierno, ningún gobierno, puede sostener empresas que no pueden sostenerse por sí mismas. Al final, la situación estallará en una explosión que será peor de lo que hubiera sucedido si el gobierno las hubiera dejado caer de forma natural.

Hay algo más. No creo que un gobierno pueda hacer nada bueno por su gente. Los funcionarios, ministros y viceministros siempre toman su propio camino y tienen sus propios intereses en mente. Dado que todos son intrínsecamente egoístas, todos tienen un motivo oculto y no es en beneficio del público.

No podemos esperar que personas egoístas actúen desinteresadamente; es como pedirle a un tigre que se vuelva vegetariano. Si va en contra de la naturaleza no funcionará. Por eso, pedir a gente, cuyo único objetivo es su propia carrera, que se centre en el bienestar de los demás, es imprudente, poco realista e invariablemente fracasará.

Socialistas, capitalistas, de extrema derecha o de extrema izquierda, todos están inmersos en su ego. No es su culpa; es la naturaleza humana y debemos ajustar nuestras expectativas a nuestros líderes.

Si queremos un cambio positivo, real y duradero, debemos transformar la naturaleza humana. Dado que nuestra naturaleza es egoísta hasta la médula, cambiarla es la única salida de las crisis en las que el mundo está cayendo. Caeremos más y más profundo hasta que nos demos cuenta de que, el problema no es el combustible que quemamos ni los bosques que cortamos ni el agua que contaminamos ni la gente que matamos. El problema que causa todo el daño que infligimos a la naturaleza y a los demás es nuestro  ensimismamiento inherente. Cuando logremos trabajar para cambiarnos a nosotros mismos, en lugar de exigir que todos y todo los demás cambien, podremos salvarnos, espero que sea antes de que sea demasiado tarde.