Tenemos que entender lo que representa Israel en el mundo. La nación de Israel fue “oficial” cuando los descendientes de extraños, que a menudo se odiaban, eligieron unirse por encima de su enemistad. Al hacerlo, bajo el liderazgo de Abraham y su linaje y finalmente bajo el mando de Moisés, sentaron un precedente que muestra que la gente puede superar su ego y unirse. “La nación israelí fue construida como una especie de puerta de entrada por la que las chispas de pureza fluyan sobre toda la raza humana en todo el mundo”, para usar las palabras del cabalista Baal HaSulam. Esa pureza, esa unidad por encima del ego, es el significado de ser «luz para las naciones».
Pero dado que la naturaleza humana es egoísta hasta la médula o como dice la Torá, «La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud» (Génesis 8:21), el método de Israel para lograr la paz entre enemigos jurados, lo ha puesto en colisión con el resto de la humanidad. En verdad, ninguna división es mayor ni más profunda que la división entre Israel y el resto del mundo y ningún odio es más intenso. El abismo entre Israel y las naciones es una proyección del abismo entre la naturaleza del dar, de la unidad y la naturaleza del recibir, del ego. No hay compromiso; al final, sólo quedará uno.
Cuando Israel está unido, es lo suficientemente poderoso como para disuadir a cualquier enemigo. De hecho, el pueblo de Israel unido no tiene enemigos, pues la luz de unidad que emite atrae a las naciones y aprenden que también pueden unirse. El libro Sifrey Devarim (artículo 354) escribe que en la antigüedad, en los tiempos en que Israel estaba unido, la gente de las naciones del mundo “subía a Jerusalén y veía a Israel… y decía: ‘Es conveniente aferrarse sólo a esta nación’.
Por desgracia, hoy no estamos unidos. Y cuando estamos desunidos, somos impotentes y el mundo siente nuestra debilidad y desea aprovechar el momento y destruirnos. Cuando estamos desconectados de nuestra unidad, de nuestra ancla de fuerza, el ego se apodera del mundo y desea destruir a su único enemigo: el pueblo de Israel. El libro Shem MiShmuel dice: “Israel será una santa congregación y una sola asociación, como un hombre con un corazón. Cuando la unidad se restaure en Israel, como antes, satanás no tendrá un lugar a donde traer el error y las fuerzas externas”. Y sigue diciendo «Cuando son como un hombre con un corazón, son como un muro fortificado contra las fuerzas del mal». El libro Masechet Derech Eretz Zutah dice: “Si hay división entre ellos, se dice de ellos (Oseas 10:2),’Su corazón está dividido; ahora cargarán con su culpa`».
Es lo que está sucediendo hoy. Estamos sufriendo las consecuencias del odio infundado entre nosotros y el látigo, son nuestros vecinos. Nuestra propia desunión es el instigador de su violencia y el único extintor que tenemos es nuestra solidaridad, nuestro cuidado mutuo. Si podemos superar los abismos de la sociedad israelí, prosperaremos más que cualquier otra nación. Si no lo hacemos, cargaremos con nuestra culpa.
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