A pesar de los riesgos obvios para su seguridad y de décadas de opresión por parte de la ortodoxia islámica, los jóvenes iraníes dicen «¡Ya es suficiente!» Las protestas comenzaron tras la muerte de Mahsa Amini, de veintidós años, estando bajo custodia policial. Supuestamente, la Patrulla de Orientación, la «policía de la moralidad» islámica de Irán, la golpeó hasta dejarla inconsciente y la acusó de violar la moda, relacionada con un «hijab inadecuado». Luego de la golpiza, entró en estado de coma y después de varios días falleció. Desde que comenzaron las protestas, el 14 de septiembre, se han extendido por todo el país y ahora están dirigidas a la propia organización religiosa.
A pesar del temor de volver a los escenarios de los disturbios de 2019, cuando, según los informes, murieron 1,500 personas y a pesar de las diecisiete muertes que ya se han informado, en enfrentamientos con la policía y la Guardia Revolucionaria de Irán, los iraníes no se desaniman. Han despertado y ya no están dispuestos a ser silenciados.
Siempre he dicho que Irán es un país muy especial. Es una nación antigua con una historia gloriosa, el pueblo es sabio y muy desarrollado. Aunque, en las últimas décadas, han sido severamente oprimidos por un régimen islámico ortodoxo, que no les permite prosperar. La tensión entre las cualidades del pueblo iraní y el régimen que los oprime, se está volviendo demasiado intensa para contenerla, de ahí el brote de 2019 y el actual. Espero que los cambios que se avecinan sean positivos.
Hay cambios no sólo en Irán, sino en todo el mundo e Irán no puede aislarse. Es más, ahora que los iraníes están saliendo a la calle, los acontecimientos inspirarán a los ciudadanos de otros países musulmanes a hacer lo mismo. El papel de liderazgo de Irán en el mundo islámico funciona en ambos sentidos: cuando es más extremo, los países que lo siguen, también se vuelven extremos. Cuando son más abiertos, también lo hacen los otros.
Por eso, es difícil que el gobierno de Irán acepte voluntariamente las demandas de apertura de los manifestantes. Pero, cuando soplan vientos de cambio, soplan en todo el mundo. Ningún país escapa.
Personalmente, doy la bienvenida a estos cambios en Irán. Creo que son lo mejor y sé que a Israel, nada le gustaría más que restaurar las relaciones cálidas que alguna vez tuvo con el pueblo y el gobierno iraní.
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