Desde el inicio de la Operación Guardián de los Muros lanzados por Israel para defender a su población de miles de ataques de misiles de Gaza, ha habido ataques agudos e incidentes antisemitas en todo el mundo y también condena internacional a la respuesta militar israelí. Los causantes de los ataques antisemitas se destacan deliberadamente y se dirigen a sinagogas e instituciones judías. Los incidentes ocurren a la luz del día e incluye agresión verbal y física contra judíos en plazas, restaurantes y calles, de las principales ciudades de EUA, Europa y América Latina, entre otros.
Los judíos de EUA dicen que temen identificarse públicamente como judíos. Algunos ya quitaron la estrella de David de sus collares, algunos ya consideran eliminar el Mezuzot de su hogar y algunos, incluso, dudan ir a su sinagoga.
Podemos preguntar, por qué los judíos cargan con las acciones de Israel, que han sido juzgadas como incorrectas e injustificadas por el mundo. Muy simple. Todos tienen un problema contra los judíos en general. Por eso, arremeten contra el Estado de Israel, contra el pueblo judío y estarán encantados de borrar totalmente a ambos.
Nuestros enemigos señalan muy precisamente que lo que se necesita cambiar, está en nosotros, dentro de la comunidad judía mundial. Tenemos que volver a conectarnos y fortalecer nuestra identidad común como pueblo, cuya existencia es eterna porque se nos dio una misión especial para el mundo: unirnos en amor, por sobre todas las diferencias y ayudar a los demás a hacer lo mismo. Dentro de esta amalgama unida, nuestras diferencias permanecerán, pues son parte integral del tejido de lo que somos, pero, es obligatorio ir por encima de ellas. Podemos aniquilar todo lo que nos amenaza, si logramos conexiones inquebrantables, por encima de lo que nos separa, de otro modo, nuestros enemigos nos aniquilarán sin piedad.
El principal cabalista, Yehuda Ashlag (Baal HaSulam), escribió sobre la tendencia de la nación judía a unirse cuando acecha el peligro: «Es el sufrimiento común que todos padecemos por ser miembro de la nación. Esto imprimió en nosotros conciencia nacional y proximidad, como con compañeros de sufrimiento. Se trata de una causa externa. Mientras esta causa externa nos unió y se mezcló con nuestra conciencia nacional natural, surgió una extraña clase de amor nacional que provocó este revoltijo, antinatural e incomprensible» (La nación). Pero ahora, vemos que ni siquiera en tiempos de problemas nos unimos.
Hasta que haya necesidad de conexión entre las facciones que construimos en nuestra apartada comunidad judía y hasta que trascendamos los conflictos y argumentos que incitan odio entre nosotros, las guerras externas no se detendrán. Serán más intensas.
Muchos judíos en la diáspora tratan de disociarse de Israel y al hacerlo, aumentan la presión sobre nosotros, dentro de Israel y hacen que sintamos que estamos totalmente solos. Cada comunidad permanecerá sola, eso es lo que quieren. Pueden unirse y cuidarse ellos mismos por su propio bien. Y los que viven en Israel tendrán que hacer lo mismo, hasta que lleguemos a la integración crítica necesaria para enfrentar nuestras amenazas existenciales.
El análisis final se reduce a: mientras más indiferentes somos a nuestra misión única, lograr la unidad que subconscientemente esperan de nosotros todas las naciones del mundo, más fácil será para nuestros enemigos. Nuestros enemigos ni siquiera tendrán que luchar con armas. No necesitarán cohetes ni misiles. ¿Para qué?, la humanidad está preparada con su fuerza, sistemas y frentes, para luchar junto con Hamas contra Israel. Toda la humanidad -desde EUA y Rusia hasta la lejana China, todos. En todos los países, en todos los gobiernos, hay suficiente gente que estará encantada de abolir la legitimidad del Estado de Israel y a su población, para borrarnos de la faz de la tierra.
Nos es difícil escuchar que la fuente del problema radica en nosotros; nos es difícil concebir que la enormidad de nuestra misión y la responsabilidad que nos impone, es la razón del odio hacia nosotros. Tiende a entrar por una oreja y salir por la otra. Pero debemos escuchar y actuar con toda prisa. El corazón de la nación judía está muy roto, fracturado y enterrado dentro del ego, pero no hay otra opción más que esforzarnos a cada momento para lograr nuestra conexión, hasta que nuestro corazón colectivo comience a despertar y triunfe. Cuando entendamos nuestra misión y nos unamos en amor, descubriremos que estar en un barril de pólvora no necesita ser nuestro destino. En su lugar, nuestra unidad amorosa creará un jardín tranquilo que nos rodeará y ahí podremos estar tranquilamente.
Gran verdad. Me siento asfixiada por el ego. Me he rendido al poder de Dios. Muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏