Hace unos días, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés) publicó lo que definió como «Un tsunami de datos en alta mar», los Pandora Papers. Los casi 3 terabytes de «tesoro de datos», como dicen los autores, «exponen secretos de las élites ricas de más de 200 países y territorios. Es gente que usa paraísos fiscales y secretos para comprar propiedades y ocultar activos; muchos evitan pagar impuestos y más. Están incluidos más de 330 políticos y 130 multimillonarios de Forbes, también celebridades, estafadores, traficantes de drogas, miembros de la familia real y líderes de grupos religiosos de todo el mundo”.
El objetivo del ICIJ es admirable y también lo son sus esfuerzos. Lamentablemente, incluso éxitos como estos, no harán del mundo un lugar mejor.
A pesar de su tamaño, este «tesoro» es una gota en un océano de movimientos de dinero ilegal y fraudulento, que ocurren en todo el mundo. Hoy, cuando el ego se está volviendo loco, no podemos saber qué acecha bajo la superficie.
El deseo de poseer es la peor y más salvaje expresión del ego, pero es la naturaleza humana y no debemos juzgar a nadie, hasta que estemos en su lugar. Si pudiéramos amasar millones de dólares sin ningún esfuerzo y sin ser detectados, ¿podríamos resistir la tentación? Y si pudiéramos resistirla, ¿por cuánto tiempo lo haríamos?
A pesar de su manifestación material, la codicia es en realidad un deseo espiritual. Te hace querer más y más hasta que te rindes por completo. Pero hasta entonces, eres insaciable. Nuestros sabios escribieron sobre esto en el Midrash (Kohelet Rabbah): “Nadie deja el mundo con la mitad de los deseos en la mano, porque el que tiene cien quiere doscientos; el que tiene doscientos quiere cuatrocientos». Precisamente porque la codicia es insaciable, trae sobre sí su propio fin.
Cuando dejemos de buscar satisfacción propia, nos daremos cuenta de que la felicidad no está en acumular riquezas y posesiones. No puedes llevarte nada cuando mueras y nunca estás satisfecho con lo que tienes, pues una vez que lo tienes, quieres el doble.
Aun así, la humanidad debe pasar por esta etapa de excesiva codicia y ansia de poder y ningún «tesoro de datos» la detendrá. Lo único que hará un mundo mejor, es darnos cuenta de que perseguir riqueza y poder no da felicidad, sino más hambre: hambre espiritual por los ricos y hambre física por los pobres de los que abusan.
Por lo que parece, tenemos más que aprender antes de que la humanidad esté preparada para pasar a una etapa superior y más humana en su desarrollo.
Gran verdad!!! Perseguir el dinero, comodiades solo me llevo a una vida infeliz, insatisfecha. Hasta que gracias a Dios tuve un accidente que me hizo despertar. Muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🙏🙏
Es verdad, cuanta más codicia existe hay más infelicidad , corrupción y pobreza en el Mundo por elección de los más Egoístas que no se sacian con nada. Gracias por el artículo.