Un hombre caminaba por el mercado y un comerciante de gallos de pelea le gritó: “¡Cómprame mi gallo! ¡Lucha hasta la muerte!
“¿Para qué necesito un gallo que pelee hasta la muerte? Necesito uno que luche para ganar”, responde el hombre.
La vida está llena de luchas, ya sea que luchemos hasta la muerte o para ganar. Pero lo más importante es entender por qué luchamos: ¿cuál es el propósito de la vida y de los conflictos que soportamos?
Deberíamos poder imaginar sus escenarios de victoria y derrota, cómo sería ganar o perder la miríada de conflictos. Mientras más evolucionamos, las peleas son peores. En el proceso, destruimos a muchos enemigos y también a muchos de los nuestros, a escala global, quedan atrás muchos países devastados, gente asesinada y gente lidiando con las consecuencias. Por eso, muchas de las victorias en la vida, a menudo resultan ser también nuestras derrotas.
La verdadera victoria es cuando entendemos la necesidad de conectarnos positivamente y de organizarnos en una buena conexión humana, sin capturar ni amenazar a nadie en el proceso. Así, todos salimos victoriosos. Es decir, la inclinación egoísta y divisiva que nos lleva a pelear, queda derrotada gracias a la conexión humana positiva que construimos sobre ellas.
Cada momento de la vida es una lucha y debemos tratarlo como si fuera el último. Deberíamos ser conscientes del tiempo nos queda de vida, si viviremos hasta el fin del día o no y considerar qué pasará si morimos, con qué cálculo dejaremos este mundo.
Normalmente no nos hacemos esas preguntas, pero deberíamos hacerlo. Así como hay principio y fin para cada día, también hay principio y final para nuestra vida.
Podemos y debemos pensar en lo que haremos en la vida, porque al final, no sabemos qué nos pasará. Hacerlo requiere entrenamiento para ver la vida de modo que nos relacionemos con cada momento, como si fuera el último y así, podamos ser útiles. En resumen, debemos tratar de dejar una buena impresión y hacer tanto bien como sea posible en el mundo.
Si nos evaluamos y actuamos en consecuencia, nuestra contribución a la construcción de conexiones humanas positivas, traerá muchos beneficios al mundo y estas conexiones permanecerán después de nosotros.
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