Mirando más allá de las pantallas

La necesidad de cambiar al aprendizaje virtual resultó ser un desafío formidable. La mayoría de los maestros sienten que enseñar virtualmente es ineficiente y perjudicial, tanto para niños como para educadores, por las dificultades en la comunicación y la falta de contacto físico. Pero ¿es realmente tan malo? Cuando los niños están juntos, están en sus pantallas. Cuando están solos, siguen en sus pantallas. En lugar de hablar por teléfono, hablan y chatean al mismo tiempo por las aplicaciones en sus celulares y computadoras, ¿están realmente desconectados o simplemente no entendemos su conexión?

Creo que somos nosotros, los dinosaurios, los que no nos comunicamos porque estamos atrapados en nuestras viejas costumbres y no podemos adaptarnos al uso de la comunicación virtual. Los jóvenes, en cambio, utilizan sus celulares y computadoras, como si fueran parte de su propio cuerpo. Si supiéramos usar las plataformas que ellos utilizan, no pensaríamos que son poco comunicativos o desconectados, en realidad lo hacen diferente a nosotros. Nos daríamos cuenta de que somos nosotros, los dinosaurios, los inadaptados.

Es cierto que muchos jóvenes sufren depresión y otros problemas emocionales. Pero no es porque no quieran o no puedan conectarse. Es porque les estamos imponiendo un sistema de comunicación, adecuado para nosotros, no para ellos. Cuando no pueden manejarlo, «diagnosticamos» que tienen TDAH y otras disfunciones. Pero el motivo principal es que no podemos ofrecerles las plataformas en las que les gusta comunicarse, para que lo hagan fácil y alegremente.

En lugar de obligarlos a conducirse como pensamos que deberían hacerlo, deberíamos aprovechar los medios que ya están usando y enseñarles como les gusta: en el reino virtual. Así como hay muchos juegos para divertirse y muchos cursos y tutoriales agradables para aprender, puede haber muchos programas educativos que les enseñen a niños de educación básica lo que necesitan saber y de la forma que les gusta aprender

Además, dado que ya se comunican por internet, ¿por qué no mantenerlo así y encontrar formas más atractivas de involucrarlos? El hecho de que Zoom estuviera disponible cuando las escuelas se vieron obligadas a cambiar al aprendizaje virtual, no significa que esa deba ser la plataforma que se use en el futuro. Los niños saben crear relaciones personales y transmitir sentimientos verdaderos en sus conexiones virtuales. Ahora los educadores deben aprender a transmitir conocimientos, apoyo y orientación en los mismos canales.

La realidad no cambia de rumbo; sólo avanza. Todos tendremos que adaptarnos; la única pregunta es, a qué costo para nuestros hijos. Mientras más rápido dejemos nuestros hábitos obsoletos y veamos más allá de las pantallas, a los corazones jóvenes que palpitan en ellos, más felices serán nuestros hijos.