El Día de Acción de Gracias es una celebración esperada por los estadounidenses durante todo el año. Familia extendida y amigos, dejan de lado el trabajo y viajan largas distancias para reunirse para un día de banquete, estar alrededor de la mesa navideña, compartir recuerdos y dar gracias. Pero este año será diferente. La crisis de salud y económica por la pandemia, pudo arruinar los planes que muchos tenían en mente. Y podemos preguntarnos, ¿hay realmente algo por lo que estar agradecido en 2020? Totalmente. La nación se enfrenta a una oportunidad única para unirse, a pesar del ambiente pesado después de las elecciones y superar las diferencias y la distancia física.
Las ciudades de EUA están aumentando las restricciones por la Covid-19, en medio de un resurgimiento sin precedentes del virus y recomiendan que todos se queden en casa, eviten grandes reuniones y se mantengan alejados de los demás, para evitar un mayor contagio. Independientemente de la decisión personal que cada ciudadano tome para celebrar, el espíritu que inspiró esta festividad en sus inicios, es el aspecto más importante a destacar, un espíritu que hoy es más relevante que nunca.
Una de las explicaciones más populares del origen de esta festividad se remonta a 1621, cuando colonos e indios Wampanoag, compartieron una fiesta de otoño en Plymouth, Massachusetts para expresar su gratitud a Dios por la abundante cosecha. Pero no fue hasta 1863 que el presidente Abraham Lincoln proclamó el Día de Acción de Gracias como fiesta nacional.
Gran parte del crédito para establecer esta celebración se le atribuye a Sarah Josepha Hale, una viuda de New Hampshire que trabajó como escritora para mantener a sus cinco hijos. Publicó una novela donde dedicó un capítulo entero imaginando una cena de Acción de Gracias.
Durante décadas, presionó incansablemente y exigió a funcionarios que designaran ese día como festivo, hasta que finalmente llegó a Lincoln y lo convenció de que lo hiciera. Ella creía firmemente que el Día de Acción de Gracias reuniría a EUA, ayudaría a sanar las heridas de la nación y cerraría las brechas que amenazaban con destrozar al país tras la devastadora Guerra Civil.
¿Dónde podemos encontrar a la Sarah Hale de hoy en Estados Unidos, que presione al país para que se una? ¿Dónde está la mujer que vendrá a unirnos contra adversarios y pestes, hasta lograr paz y progreso como sociedad, en cualquier lugar del mundo, en un estado que sólo puede surgir de nuestra conexión humana? Desafortunadamente, tal figura no se ve en el horizonte.
Es notable que años atrás una mujer sola pudo influir en el jefe de Estado y convencerlo de instaurar un día nacional de unidad para las generaciones venideras. Incluso hoy, cuando la mujer ganó tanto en estatus e influencia política, es muy difícil imaginar que una pueda convencer a los líderes de EUA de sentarse juntos y «fumar la pipa de la paz».
Y aún así, hay mucho por celebrar el día de Acción de Gracias. Primero, la base misma de la nación está marcada por iniciativas históricas como la de Sarah, orientadas a la unidad de todos, iniciativas que pueden servir de ejemplo para el mundo entero. Y segundo, por primera vez en la historia, el Día de Acción de Gracias de este año encuentra a EUA y al mundo entero, en un escenario común en el que todos entendemos que estamos juntos.
La crisis creada por la agotadora pandemia global hundió al planeta en básicamente, la misma situación.
El virus no distingue entre republicanos y demócratas, derecha e izquierda, norte y sur, este y oeste, todos están bajo presión para unirse para superar la crisis. Es como si la Fuerza Superior misma nos estuviera probando: la naturaleza frente al ser humano.
Entonces, ¿por qué debemos estar agradecidos y con quién? Con la Fuerza Superior que nos tiene en una olla a presión al planeta entero, en el que vemos la línea de la falla humana que requiere alivio y reparación. Nos dice que, incluso si técnicamente construimos todo bien, nuestro estado mental y emocional está tan dañado que se requiere un nuevo tipo de celebración de Acción de Gracias, una en la que todos deberán superar las diferencias y conectarse en su corazón.
Necesitamos agradecer a la naturaleza tanto por el mal como por el bien, pues nos lleva a buscar amor y conexión para que la humanidad tenga éxito. Lo malo se revela para que podamos apreciar lo bueno, pues de otro modo, no podríamos lograr el bien. Una persona, ¿puede disfrutar un banquete aunque no tenga hambre?
Si consideramos problemas y crisis como preludio y preparación para lo bueno que vendrá después, manejaremos la vida en lugar de dejar que la vida nos gobierne. Al final de todas las guerras, siempre habrá paz; después de todas las peleas, siempre habrá conexión. Ahora es el momento de construir la mayor fuerza de todas, el poder de nuestra conexión. Es el único poder que nos permitirá descubrir un futuro prometedor.
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