Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

El mundo contra Donald J. Trump

La sociedad estadounidense, por su propio bien, debe ir por encima de las diferencias y construir un puente de unidad. En estos momentos, estoy francamente muy preocupado.

 

Apenas daba comienzo la semana y ya “Miles de personas protestan contra el Presidente en Londres y Australia”, y aparecía la revista Der Spiegel con una foto de portada mostrando a Donald Trump con la cabeza cortada de la Estatua de la Libertad y un machete lleno de sangre en la mano, cual terrorista de ISIS, con una inscripción: “América Primero”. El director general de Uber, Travis Kalanick, desistió de formar parte del grupo asesor de negocios de Trump porque no pudo soportar la presión de la campaña #DeleteUber contra su empresa simplemente porque sus críticas al presidente no fueron lo suficientemente duras.

Y esto va a peor. Ahora la campaña persigue a la familia: Nordstrom y Neiman Marcus han dejado de trabajar con la marca de accesorios, ropa y zapatos de Ivanka Trump.

Incluso los partidarios del presidente están recibiendo una sacudida inesperada, como la carta abierta de Matthew Fishbane en la revista Tablet, en la cual se pregunta por qué Robert Kraft, dueño de los New England Patriots, apoya a Donald Trump: “¿De verdad cree en este hombre, nuestro presidente? Explíquenos qué es lo que no estamos entendiendo. Le escuchamos”. Dondequiera que miremos, todo está tomando un cariz de “El mundo contra Donald J. Trump” y todo aquel que lo apoye.

Esta no es una lucha de ideologías. No hay nada de ideológico en boicotear una línea de accesorios porque la dueña se apellide Trump. Tampoco hay nada democrático en que los autoproclamados valedores de la democracia y el pluralismo se conviertan en los matones del barrio. Si los conservadores de la bahía de San Francisco tienen que mantener reuniones en secreto para preservar su seguridad, América no puede hacer gala de tener libertad de expresión. Al parecer, la Primera Enmienda solo es válida siempre y cuando apoye a los “Demócratas”. Pero si un presidente legítimamente elegido no representa sus opiniones parece que tienen derecho a lanzar la Constitución por la ventana.

 

Por qué uno cree que tiene más derechos que los demás

Si usted es partidario de Trump, es muy probable que en estos días sienta que está amenazado y que el bando perdedor en las elecciones trata de recuperar el control de forma antidemocrática. Es muy fácil indignarse con la inmadura creencia de los manifestantes, que piensan que tienen más derecho que los demás; es como si dijeran: “No nos gusta este presidente, así que queremos que se vaya. No nos importa si ganó legal y democráticamente. ¡Solo es justo si ganamos nosotros!”.

Sin embargo, si Trump logra capear el temporal y permanece en el poder –y hoy por hoy hay muchos condicionantes– sus partidarios progresivamente también se empezarán a sentir cada vez con más derechos. Al igual que los progresistas, los conservadores sentirán que tienen que estar en el poder sencillamente porque tienen derecho a ello. Y estarán tan equivocados como los progresistas lo están ahora, porque la raíz del caos que amenaza con convertir a América en un país fraccionado no es la identidad del Presidente, sino la sensación generalizada de tener más derecho que los demás.

América no fue siempre así. El capitalismo no es un mal concepto en esencia, ni  tampoco lo es el liberalismo. La humanidad, sin embargo, está cambiando, y América también. Ya en los días del Talmud, nuestros sabios sabían que “Aquel que tiene cien quiere doscientos, y el que tiene doscientos quiere cuatrocientos” (Sucá 52a). Nadie escapa a esta ley de la naturaleza humana. La consecuencia de nuestra creciente avidez de dinero y poder es que, desde la última mitad del siglo XX, esa creencia de que tenemos derecho a todo ha ido transformado el capitalismo en neoliberalismo, en donde la élite utiliza argumentos seudoliberales para acumular cada vez más poder, incrementar la desigualdad y manipular a una sociedad desinformada para que acabe creyendo que forma parte de una mentalidad progresista. Hoy, los mismos medios de comunicación que manipularon al público están enfrentando a los votantes de Hillary Clinton contra la familia Trump y sus partidarios para echar al Presidente y poder recuperar el control; independientemente del resultado de las elecciones. Si lo consiguen, Estados Unidos caerá en disturbios civiles o en algo peor, o arrastrará a la humanidad a otra guerra mundial.

 

La única solución posible

El escenario en el que solo gobierna la izquierda haciendo imprudentemente lo que le apetece, no volverá. Su tiempo ha terminado. Ahora es el tiempo de que un régimen más conservador pueda establecerse y equilibrar el abandono de la anterior administración. Pero una vez que la nueva administración se asiente, tendrá que encontrar una manera de sacar partido a ambos enfoques: progresista y conservador.

La condición previa para el éxito de una sociedad es la pluralidad y las opiniones contrapuestas. En la década de 1930, Baal HaSulam, autor del comentario Sulam (escalera) sobre El Zóhar, escribió una serie de ensayos que detallan su visión acerca de las discrepancias en la sociedad. En su ensayo “La Libertad”, Baal HaSulam declaró que “el rostro de cada persona es diferente, y del mismo modo sus puntos de vista también difieren. No hay dos personas en la Tierra con opiniones idénticas. Por lo tanto, la sociedad queda advertida para que preserve la libertad de expresión del individuo. Cada individuo debe mantener su integridad, y la discrepancia y oposición entre las personas debe permanecer siempre, para garantizar siempre la crítica y el progreso de la sociedad libre”. Por otro lado, cuanto más desarrollada es una sociedad, más colisionan las distintas opiniones en ella y más se alejan unos de otros.

Si lo pensamos bien, así es como se crea y funciona la existencia. Nosotros mismos sin ir más lejos fuimos creados a partir de dos opuestos: un hombre y una mujer. No somos exactamente iguales a nuestro padre ni a nuestra madre, sino una nueva creación formada a partir de ambos. Al mismo tiempo, ambos progenitores aman su creación y sienten que somos parte de ellos, pero a la vez participamos en su creación.

Un gobierno eficaz debe actuar de la misma manera. Cualquier forma de gobierno que no tome en cuenta las necesidades de todas las facciones de la sociedad y no las trate con igual atención no logrará tomar las decisiones correctas.

En este momento, el Presidente es un republicano, como lo es la mayoría en ambas cámaras del Congreso. Al otro lado del ring, los demócratas dominan en gran medida los medios de comunicación, el sistema judicial y Hollywood. En lugar de colaborar, están creando enfrentamiento entre el público, un lado contra otro, y en esa lucha entre ellos, quien pierde es el pueblo estadounidense. Por supuesto, no es posible salvar las diferencias de la noche a la mañana. No obstante, a veces es necesario priorizar y afrontar en primer lugar las tareas más urgentes. Y hoy por hoy, la tarea más urgente en Estados Unidos es reparar las fracturas internas.

El gran filósofo, Martin Buber, escribió en cierta ocasión unas palabras sobre la nación israelí que creo que reflejan el estado actual del pueblo estadounidense. En su libro Nación y mundo escribió: “No es neutralidad lo que necesitamos, sino cohesión, la cohesión de la solidaridad mutua. No estamos obligados a suprimir las fronteras entre facciones, círculos y partidos, sino a compartir el reconocimiento de la realidad común, y compartir la tentativa de una solidaridad mutua”.

Como Buber, el libro Likutey halajot (miscelánea de reglas) recoge: “La esencia de la vitalidad, la existencia y la corrección en la creación se consigue por medio de personas con diferentes opiniones mezclándose juntos en amor, paz y unidad”.

Muchos siglos antes, el Rey Salomón, el más sabio entre los hombres, dijo (Proverbios 10:12): “El odio agita la contienda y el amor cubre todas las transgresiones”. Ahora bien, para cubrir el odio con amor, ambas partes deben reconocer la necesidad de actuar así.

Por el momento, no veo que esto suceda. No veo a la izquierda, que con tantos derechos se cree, dando la más mínima tregua a la administración Trump. Esto, a su vez,  no dejará a Trump más opción que defenderse. Hay fuerzas poderosas detrás de él, y cuenta con el apoyo de la mitad del pueblo americano. Ahora guardan silencio, pero pronto se harán oír: no les quedará otra opción.

La sociedad estadounidense, por su propio bien y por el bien del mundo, debe ir por encima de las diferencias y construir un puente de unidad. Lamentablemente, en estos momentos, no noto que esto suceda, lo cual me deja extremadamente preocupado.

Continuará…

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