Como un software sofisticado, la COVID-19 nos manipula y nos cambia desde adentro. El virus impulsa nuestro desarrollo como seres humanos y seguiremos experimentando oleadas continuas de la pandemia, hasta que corrijamos nuestras relaciones humanas egoístas. La situación a nuestro alrededor no cambiará hasta que logremos armonizar con el programa de la naturaleza.
Con el coronavirus, la naturaleza nos empuja para que redefinamos la conexión humana. Pero aún no respondemos correctamente al brote, mejorando nuestras relaciones en consideración, apoyo y responsabilidad mutuos. Aún no disminuimos las fricciones entre los sectores de la sociedad y el virus nos ataca una y otra vez. Debemos obligarnos a organizar nuestras interacciones de modo integral y complementario.
Así como la naturaleza es un sistema dentro del cual están unidas todas sus partes, la raza humana debe desarrollar una red integral de conexiones entre todos sus miembros. Pero a diferencia de los animales, que se comportan instintivamente, necesitamos avanzar conscientemente hacia la conexión, hasta que nos sintamos parte igual y vital de una sola humanidad.
¿Cómo percibe y responde el virus a nuestro comportamiento?
Nosotros y el virus estamos en el mismo sistema de la naturaleza, un vasto sistema que abarca toda la realidad, responde a nuestras reacciones y a todo lo que sucede dentro de ella. Si nuestro comportamiento continúa friccionando la fibra del sistema, persistiendo en ser egoísta y estrecho, las fuerzas de la naturaleza requerirán que el sistema responda con más fuerza para obligarnos a volver a estar alineados. Si no cambiamos nuestro comportamiento, en ningún lugar del mundo se encontrará una cura duradera para la pandemia, porque el virus mutará y creará nuevas versiones de sí mismo, una y otra vez.
Primero y más importante, el problema es la actitud hostil de la gente entre sí. En consecuencia, el virus aplica presión, precisamente en el punto de consideración mutua. Ni siquiera nos permitirá acercarnos ni volver a la normalidad, a menos que reformemos nuestra actitud, desde su base. Necesitamos entender que la naturaleza nos ve como parte de su sistema integral y único, sin tener en cuenta que nosotros nos concebimos como unidades separadas e independientes.
Por el contrario, si mantenemos conexiones adecuadas, podremos dar forma al mundo de manera completamente diferente. Sentiremos una nueva percepción, una mentalidad y actitud mutua que conducirá a un comportamiento y expresión nueva entre nosotros. Ya sea que notemos el proceso o no, todo nuestro mundo interior mejorará con la influencia del medio ambiente.
Incluso si llega el momento en que el virus finalmente pase, descubriremos que somos diferentes, que cambiamos.
Ya no tendremos necesidad de correr de un rincón del mundo al otro ni de asaltar los centros comerciales cada vez que salga al mercado un nuevo modelo de teléfono. La vida será más simple, más natural y nuestra satisfacción vendrá principalmente de relaciones de mayor calidad entre la gente.
Entenderemos la necesidad de relacionarnos con todo lo que nos rodea de modo más responsable y la necesidad de detener la búsqueda de objetivos materiales vanos, que están destruyendo nuestra tierra. Hasta ahora, nos controló la idea de adquirir y acumular: el hombre quiere tener lo mejor para sí mismo, incrementar su riqueza y control a cualquier costo. A medida que nos desarrollemos más, descubriremos que nuestra mejor vida como especie humana, será cuando armonicemos nuestras relaciones con la integralidad que existe en el resto de la naturaleza.
Integralidad es el siguiente paso en la evolución humana.
La absorción e internalización de esta idea y su realización entre los seres humanos, nos llevará al descubrimiento del poder interno más poderoso de la naturaleza, el único poder que conecta todos sus niveles y sus fuerzas, en un sistema integral.
Nuestra incapacidad para hacer frente a las crisis de nuestro tiempo, al desorden, a los cismas y a la corrupción que llenan nuestro mundo en todos los campos y niveles, nos ayuda a descubrir que somos opuestos al sistema equilibrado que rige al resto de la realidad. El aprendizaje puede ocurrir de dos maneras: la desagradable, en la que más catástrofes globales como el coronavirus nos afectarán, para ilustrar que somos parte de un sistema, que somos interdependientes y que afectamos el destino de los demás o, podemos aprender de manera más fácil, en la que nos sumerjamos en el concepto de un sistema holístico y único y comencemos a actuar proactivamente para desarrollar nuevas relaciones cualitativas, con base en el cuidado, la reciprocidad y la complementariedad.
Nuestro destino futuro está en manos del poder integral de la naturaleza. Por eso, mientras más nos acerquemos y sintonicemos nuestras relaciones para integrarnos con la naturaleza, más pronto y sin dolor, podremos librarnos de todos los problemas que ahora nos afectan. Podemos lograr elevarnos a un nivel completamente nuevo de desarrollo humano, reformando nuestra conexión humana para armonizar con el software más profundo e importante de todos.
Deja una respuesta