Un estudiante me dijo que había leído que el famoso futurista Ray Kurzweil, está a punto de publicar un nuevo libro titulado The Singularity Is Nearer (Lo singular está muy cerca). Aparentemente, es el desarrollo o elaboración de las ideas que Kurzweil había presentado en su libro anterior, The Singularity Is Near (La singularidad está cerca). Según el artículo que leyó mi estudiante, Kurzweil predice que para el 2032, en diez años, la tecnología médica será tan avanzada que podremos vivir para siempre. Mi alumno me pidió mi opinión sobre la perspectiva de una vida eterna.
Bueno, no puedo entender qué tiene de bueno vivir para siempre. Además del alboroto que hacemos acerca de la muerte, ¿qué beneficios me da no morirme nunca?
Los libros sagrados nos dicen que en el Jardín del Edén hay vida eterna, así que si podemos vivir para siempre, será el cielo en la tierra. Sin embargo, si nadie muere, ¿será este planeta el cielo en la tierra? Para mí, suena como una receta segura para crear el infierno en la tierra. Además, si vivimos para siempre, ¿qué sueños y esperanzas tendremos? ¿de qué sirve vivir si no hay presión para lograr nada?
La vida se nos da por un tiempo limitado, para usarla para lograr algo más, para hacer algo con ella. La vida se nos da para usar nuestro tiempo aquí y alcanzar la espiritualidad, no para quedarnos para siempre confinados en la vida física.
Espiritualidad es extenderme, llegar más allá de mí mismo y conectarme con nuestra raíz común. En palabras más simples, espiritualidad es sentir a la humanidad y eventualmente, toda la realidad, como un cuerpo o mejor aún, como una entidad que no tiene principio ni fin. Es lo opuesto a la vida física eterna, donde el tiempo se extiende indefinidamente. Vida espiritual es vivir sin tiempo en absoluto.
Una vida así no puede suceder cuando perpetuamos el cuerpo, sino cuando nos elevamos por encima de él y en lugar de pensar sólo en nosotros, pensamos en los demás. En la actualidad, estamos absortos en nosotros y sólo queremos servirnos a nosotros mismos. Si quisiéramos servir a los demás, los sentiríamos tal como nos sentimos. Cuando sientes a los demás tan tangiblemente como te sientes a ti mismo, ya no estás confinado a tu cuerpo. Como resultado, no estás confinado a ninguna de las limitaciones del cuerpo, incluidas la vida, la muerte o cualquier concepto de tiempo.
Este futuro glorioso no es ilusión; es el futuro de la humanidad. Sucederá tan pronto como dejemos de pensar sólo en nosotros y comencemos a pensar genuinamente en los demás. Cuanto antes cambiemos nuestro estado mental, antes tendremos esa vida dichosa. Si lo postergamos, seguiremos luchando hasta que entendamos que servir al ego no paga y tomaremos el camino espiritual. Si nos damos prisa, podremos tomar el camino espiritual sin tener que sufrir.
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