La polémica en torno a Logan Paul debería abrir los ojos a los padres del siglo XXI
Si nuestros hijos pueden deslizar el dedo para ver a un bromista filmando el cadáver de una persona que se ha suicidado y luego hacer bromas al respecto, entonces hay algo que funciona muy mal en esta joven generación y, o bien no nos damos cuenta o bien sencillamente no nos importa.
Padres, pellízquense para comprobar que están despiertos y pónganse al día con lo que está sucediendo: los veinteañeros bromistas de YouTube se han convertido en los educadores, en los modelos a seguir para nuestros hijos. No son personajes salidos de un guión de película de ficción. Son personas reales que hacen trastadas auténticas en el mundo real. Los niños los admiran más que a sus maestros y, en algunos casos, más que a sus padres.
He aquí unas cuantas preguntas que los padres pueden hacerse: ¿Sé qué están aprendiendo mis hijos de los ídolos a los que siguen en Internet? ¿Sé qué ejemplos están imitando? ¿Sé a qué nivel de contenidos explícitos están expuestos mis hijos?
Ahora hablemos de por qué Logan Paul hizo lo que hizo. Obviamente, dado que gana más de 50.000 $ por vídeo, desea atraer a tantos espectadores como sea posible, así que decidió mostrar un cadáver para incrementar su fama y fortuna. ¿Pero cómo diablos pudo pensar que filmar un cadáver es algo apropiado?
Mi respuesta: Logan Paul tiene 22 años y creció rodeado de una cultura llena de representaciones gráficas de sangre y violencia, y naturalmente, de alguna forma, se ha acostumbrado a eso. Al igual que el estadounidense promedio de su edad, al cumplir 18 años, Logan ya había contemplado más de 200.000 actos de violencia, incluidos más de 16.000 asesinatos. También vio programación infantil que mostraba hasta 20 actos violentos por hora.
En resumen: hemos permitido que la generación de Logan tome ejemplo y siga los valores y modelos de conducta de una cultura mediática saturada de violencia. Y ahora permitimos que sean los modelos a seguir para los niños de hoy.
Por otro lado, el vídeo “Hemos encontrado un cadáver” de Logan Paul recibió unos 600.000 “me gusta” antes de que comenzara el rechazo, lo cual significa que no solo estaba intoxicado por su ego cuando pensó que este video correría como la pólvora: él además conocía muy bien a su público, lo suficiente como para saber que muchos lo aceptarían.
Padres, es hora de afrontar este panorama general y reconocer la decadente espiral violenta en la que han caído los medios, la degradación de los valores sociales y los espeluznantes resultados. Si seguimos por este camino, criaremos seres humanos totalmente insensibles ante la sangre y la violencia, con poco respeto por la vida humana y que solo buscan la gratificación instantánea de su ego.
Padres, es hora de actuar
Por lo tanto, padres, si creen que ya es hora de hacer frente a todo esto y recuperar el control de la educación de sus hijos, les sugiero en primer lugar que se unan y exijan a YouTube y otras plataformas de medios sociales que endurezcan su normativa y dediquen los recursos necesarios para garantizar que sus usuarios no subirán contenido inapropiado. Decir “no” a la violencia y la sangre derramada debe ser un algo en lo que todos estemos de acuerdo. Bajo ningún concepto deberíamos permitir que alguien gane dinero llenando la cabeza de nuestros hijos con contenido violento.
Dicho esto, la regulación, las sanciones y las precauciones son más bien una cura de emergencia en comparación con lo que debería suceder. Tarde o temprano, no nos quedará más remedio que hacer un cambio revolucionario en nuestro sistema educativo y sus métodos. Tendremos que aplicar los formatos, medios y estilos que atraen a los niños, y readaptarlos para difundir valores positivos, establecer buenos ejemplos y, lo más importante, educar seres humanos que sean considerados con los demás.
Padres, deberían entender el mundo de sus hijos. Crecer con Internet en la palma de las manos los ha convertido en la primera generación “global virtual”. No es de extrañar que algunas veces pensemos que nuestros hijos son criaturas tan diferentes. Pasan de 8 a 11 horas al día pegados a sus pantallas, sobre todo en redes sociales. Se aburren fácilmente y van rápidamente a lo siguiente que les llama la atención con solo deslizar un dedo.
Y a medida que más se conecta el mundo, sus pensamientos, su sensibilidad y sus interacciones también se vuelven globales. El 58% de los adultos de más de 35 años a nivel mundial está de acuerdo en que “los niños de hoy tienen más en común con sus coetáneos de la era global que con los adultos de su propio país”. Nuestros hijos pasan la mayor parte de las horas que están despiertos pegados a una pantalla, y por eso se sienten cada vez más atraídos por lo global y lo virtual en detrimento de lo local y lo físico.
Debemos tener en cuenta que estamos yendo hacia una realidad virtual mundial, y en ese sentido, nuestros hijos están mejor preparados para este cambio.
Hemos dejado atrás el escenario donde la educación consistía en información y conocimiento. Hoy los niños pueden buscar respuestas en la Wikipedia con mucha más rapidez de lo que su maestro les puede contar en la escuela. Ahora la educación debería centrarse en construir al ser humano. Y eso significa construir un sistema de valores dentro de la persona junto con un entorno social alrededor de ella que equilibre el ego humano y lo encamine a realizar su potencial de forma positiva.
No se trata de predicar valores morales. Tampoco funcionaría con nuestros hijos: su ego ha evolucionado más allá de todo eso. Tenemos que ayudarlos a desarrollar su potencial y encontrar su expresión en un mundo cada vez más interconectado, proporcionándoles herramientas para llegar a conocerse mejor y que puedan establecer conexiones positivas y saludables con los demás.
Esto no tiene por qué ser aburrido o moralizador para ellos. Sin duda, podemos hallar nuevos y apasionantes métodos para que experimenten unas conexiones humanas positivas a través de debates en círculo y proyectos para colaborar en equipo con sus compañeros, tanto de forma virtual como física.
Pero, para que todo eso pueda suceder, tienen que participar los padres. Debemos tomar la decisión de implicarnos en el futuro de nuestros hijos y reconocer la necesidad de cultivar la mentalidad global en consonancia con las condiciones de la nueva era global.
(Imagen: Luigi Novi / Wikimedia Commons)