No verás esto que ocurra en ninguna otra nación. Paradójicamente, durante la festividad de la Pascua, cuando celebramos el éxodo de los judíos de Egipto y la entrada a la tierra de Israel, vemos una cifra récord de un millón y medio de israelíes que hacen todo lo contrario: salir de Israel y volar al extranjero. Un 11% más que en 2018.
¿Por qué tantos israelíes optan por abandonar su país durante las festividades?
Muchos dicen que los propios israelíes han hecho que salga más barato pasar las vacaciones en el extranjero que quedarse en Israel. Pero ¿por qué hacemos eso? ¿Por qué dejar que tenga lugar tal situación en la que es más costoso quedarse de vacaciones en Israel que dispersarse por otros lugares durante las festividades?
No me malinterpreten, es absolutamente bueno tomarse unas vacaciones. Pero que casi la quinta parte de la población de un país se vaya durante una festividad que marca la entrada de un pueblo en su tierra, es bastante llamativo.
Dejando a un lado el bajo precio de las vacaciones en el extranjero, lo que sin duda podemos afirmar sobre el Israel de hoy es que es muy diferente a la nación que una vez salió de Egipto para entrar en la tierra de Israel. No es una nación unida en un deseo conjunto de unirse por encima de sus divisiones y realizar su potencial espiritual. Por el contrario, el Israel de hoy se parece más a una colección de individuos dispersos buscando una satisfacción terrenal.
Esto también explica el importante problema de «fuga de cerebros» que hay en Israel: numerosos científicos, académicos e intelectuales israelíes deciden abandonar su país y vivir en el extranjero. Cuando lo que guía nuestra vida son las ganancias materiales, nos apresuramos a abandonar el país y tomar el próximo avión para instalarnos allí donde nos ofrezcan más dinero, honor o poder. Cuando no hay una tendencia a unirnos y cuando nuestras miras no van más allá de la gratificación individual, no nos queda nada que nos vincule a nuestra patria.
¿Cuál es el problema entonces? ¿Acaso hay alguna razón por la cual los judíos debieran quedarse en Israel?
Llamémoslo destino. Es aquí, en la tierra de Israel, donde estamos destinados a revelar lo que nuestros antepasados revelaron en el pasado: la luz de la unidad. Estamos destinados a una misión: unirnos («ama a tu prójimo como a ti mismo») y propagar esa unidad por el mundo (ser «una luz para las naciones»). Cumplir con ese singular potencial espiritual es la única razón para que permanezcamos en la tierra de Israel. Existe un pequeño deseo de unirnos por encima de todos los deseos materialistas superficiales insertado en nuestro material genético y que llega hasta nosotros como herencia de nuestros ancestros. Ese punto es precisamente lo que debemos despertar el uno en el otro mientras estemos aquí.
Es más, cuando descubramos la inmensa alegría y felicidad al alcanzar la luz de la unidad, nuestra necesidad de buscar una vida mejor desaparecerá. Los cabalistas describen la intensidad de ese placer espiritual como el tamaño del universo en comparación con el tamaño de un grano de arena (los placeres materiales). Después de sentir tal perfección en la unidad, el deseo de otros llenados se desvanecerá y sentiremos menos necesidad de viajar en busca de placer.
Una vez que regresen los 1.5 millones de israelíes de sus vacaciones en el extranjero durante esta Pascua, recomendaría que cada uno se pregunte: «¿Qué hemos ganado con estas vacaciones?». Y a la respuesta esperada –»¡Nos lo hemos pasado muy bien!»– que hagan una introspección con la pregunta de la Hagadá de Pésaj: “¿Por qué esta noche es diferente a todas las demás?”. En otras palabras, ¿realmente ha cambiado algo en nuestras vidas? Y ¿qué viene a continuación? ¿Vamos a seguir saltando de un placer a otro, de unas amenas vacaciones a otras hasta que nos muramos? ¿O tal vez podemos comenzar a avanzar hacia un placer mucho más cualitativo, uno que no desaparece sino que crece constantemente: el placer eterno y espiritual descubierto por el pueblo de Israel cuando entramos en la tierra de Israel hace mucho tiempo?
Tenemos todo lo que necesitamos aquí en casa. Nos tenemos el uno al otro. Solo hemos de aprender a conectarnos correctamente y descubriremos la capacidad de viajar mucho más allá de cualquier destino de nuestro mundo: a un mundo eterno de armonía y perfección.
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