«Pienso, luego existo», dijo el filósofo francés René Descartes y tenía razón. Vivimos en el mundo de los pensamientos. De hecho, nuestro mundo es un pensamiento y nuestra percepción de él, cambia y evoluciona. A medida que nuestra percepción cambia, también lo hace nuestro mundo. Puede que no nos demos cuenta, pero podemos controlar nuestros pensamientos y determinar así, el tipo de mundo en el que queremos vivir.
Aunque los pensamientos parecen entrar en nuestra mente por su propia cuenta, por así decirlo, en realidad son producto de nuestro entorno. Absorbemos ideas y pensamientos de lo que nos rodea, de los medios sociales y de cada interacción que tenemos con la gente, ya sea real o virtual. Si las corrientes que crean nuestros pensamientos proyectaran positividad, nos convertiríamos en personas positivas. Dado que actualmente proyectan negatividad, mala voluntad hacia los demás y promueven que nos concentremos en nosotros mismos, eso es lo que acabamos haciendo y terminamos pensando que el mundo es tan egoísta y tan mezquino como lo pintan las fuentes.
Esas fuentes nos dicen que éste es el mundo real y si queremos presentar una perspectiva más optimista, considerada y bondadosa, nos dicen que no somos objetivos y nos hacen sentir como si estuviéramos fuera de la realidad. La verdad, sin embargo, es que simplemente quieren seguir bombeando ideas negativas en nuestra mente, pues el miedo y la negatividad les benefician. Pero a nosotros no nos benefician y no son la verdad.
La verdad es que la vida no podría existir sin equilibrio, sin armonía entre lo bueno y lo malo, lo negativo y lo positivo. Todo en la vida da y recibe. Cada célula de nuestro cuerpo ama al cuerpo en el que vive y le da todo lo que puede. A cambio, el cuerpo sostiene y alimenta a sus células. Si no fuera así, no estaríamos vivos
La verdadera realidad es reciprocidad y equilibrio, pero la gente piensa que la mala voluntad gobierna el mundo, el deseo despiadado de recibir, tomar, saquear y abusar. De hecho, el hombre es la única especie en toda la realidad, que está deformada y esto nos hace ser más miserables que los otros seres.
Así que, si cambiamos lo que nos afecta y aceptamos mensajes más equilibrados del medio ambiente, cambiaremos nuestros pensamientos. Si cambiamos nuestros pensamientos, cambiaremos la realidad. Es todo lo que se necesita para arreglar el mundo.
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