Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Podrá la pequeña ciudad de la Torá, salvar a los judíos de México?

La Ciudad de la Torá

Miembros de la comunidad judía asisten a una ceremonia conmemorativa, un día después del Día Internacional en Conmemoración del Holocausto, Ciudad de México.

La Ciudad de la Torá es el nombre de una pequeña ciudad nueva que se está construyendo en las afueras de la ciudad de Ixtapan de la Sal, a unos 115 kilómetros al sur de la Ciudad de México. Los fundadores pretenden solucionar dos problemas: el precio de la vivienda y el antisemitismo. El complejo de viviendas asequibles, incluirá todas las instalaciones necesarias para mantener un estilo de vida judío ortodoxo y la comunidad estará formada únicamente por judíos observantes. Otra razón para establecer la nueva ciudad es la situación en la capital, donde los judíos ortodoxos dicen que sus hijos dudan en salir de su hogar, por temor a convertirse en blanco de ataques antisemitas.

En muchos sentidos, esta idea me recuerda al Shtetl. Los Shtetls eran pequeños pueblos judíos que existían por toda Europa Central y Oriental, hasta que el Holocausto los aniquiló. Si queremos aprender de la historia, los pueblos judíos no son una solución permanente al antisemitismo.

De hecho, ni siquiera el Estado judío resolvió el problema del antisemitismo. Desde su establecimiento, Israel ha atraído una creciente reacción del mundo. Theodor Herzl, el visionario sionista, tuvo la idea correcta, cuando imaginó una entidad nacional y política judía que sería un refugio seguro para los judíos. Pero, establecer una ciudad separada o incluso un país para los judíos, no es suficiente para eliminar el antisemitismo. Para que suceda, los judíos deben comprometerse a cumplir con su misión para con el mundo y tienen el deber de hacerlo.

Como he demostrado en innumerables ensayos y dos libros (ver enlaces al final), la nación judía no se estableció para sí misma, sino en bien de la humanidad. Por eso, tan pronto como establecimos nuestra nacionalidad al pie del monte Sinaí, se nos asignó la tarea de ser «luz para las naciones». Fuimos declarados nación hasta que nos comprometimos a unirnos “como un hombre con un corazón” y la unidad que logramos es la luz con la que pretendíamos iluminar a las naciones. Después de nuestro compromiso inicial, nos tomó otros cuarenta años solidificar nuestra unidad, pero una vez que logramos un nivel crítico, nos dieron la tierra prometida, la «Tierra de Israel».

Durante casi dos mil años, nuestros logros reflejaron nuestro nivel de unidad. Cada vez que nos dividimos, fuimos exiliados de la Tierra de Israel y cada vez que restablecimos nuestra unidad, nos devolvieron la tierra y prosperamos. Pero en algún momento, durante el siglo I de la era común (EC), caímos en tal odio mutuo que fuimos exiliados por dos milenios.

Restablecer el Estado judío tomó más de dos milenios, tiempo de exilio en el que el pueblo de Israel sufrió asesinatos y abuso y finalmente el exterminio de un tercio de nuestra nación, casi la totalidad de los judíos europeos. Sin embargo, nuestra renovada soberanía no renovó nuestra unidad. Esto es algo que debemos lograr por nuestra cuenta. De hecho, es la razón por la que las naciones nos dieron la tierra después del Holocausto, además de la razón obvia de simpatía por las atrocidades que sufrimos a manos de los nazis y sus cómplices.

No obstante, dado que las naciones nos dieron la tierra, también esperan que cumplamos con nuestro deber, ser modelo de unidad a seguir y dar ejemplo del lema judío, «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Si no cumplimos con nuestra misión, volveremos a perder nuestra soberanía. Puede suceder con otro exilio, con una afluencia de musulmanes que cambiarán la demografía del país o con alguna vía aún desconocida. De cualquier manera, si no hacemos lo que debemos, si no nos convertimos en ejemplo de unidad por encima de todo nuestro odio y diferencias, la humanidad nos odiará y atormentará como lo ha hecho los últimos dos milenios.

Nosotros, los judíos, los descendientes de los marginados del antiguo Creciente Fértil que nos reunimos alrededor de Abraham, Nuestro Padre, para escuchar sobre el amor a los demás, ahora debemos hacer lo que nuestros antepasados ​​hicieron: unirnos por encima de nuestro odio y convertirnos en “luz para las naciones”. Como fue entonces, es ahora, si lo hacemos, prosperaremos. Si no lo hacemos, nos derrumbaremos.

Para obtener una explicación más detallada, consulta los enlaces a continuación: Como un Manojo de Cañas: Por qué la unidad y la responsabilidad mutua están hoy en la agenda del día y “La elección judía: Unidad o antisemitismo, Hechos históricos sobre el antisemitismo como reflexión sobre la desunión social entre judíos”.

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Publicado en: Antisemitismo, Judíos, News
2 comentarios sobre “¿Podrá la pequeña ciudad de la Torá, salvar a los judíos de México?
  1. Milagros Naranjoez Medina dice:

    «Ama al prójimo con a ti mismo» No soy judia relamente no tengo ninguna religión pero eso de ama al prójomo como a ti mismo es algo que aprendí de mis padres y lo hemos llevado de generación en generacion.
    Ese «ama al prójimo como a ti mismo » y mirando a mi alrededor es lo que más me duele, parece que se ha dicho lo contrario’ «Odia a tu prójimo como a ti mismo¨
    Sigo a los grandes maestros cabalistas y como al honorable doctor Laitman y me siento en un total vacío existencial.
    Lo que más veo a mi alrededor es odio.
    Vivo en Holanda, Siempre he observado la naturaleza pues es el gran regalo del Creador para nosotros. He visto pestes atacando animales, plantas y ahora veo que somos nosotros los que somos atacados.
    Con nuestro comportamiento estamos viviendo una fase de acción y reacción, Dios, el universo , la naturaleza nos está devolviendo lo que le estamos dando, la putrefacción espiritual que nos corroe y hace seres miserables.
    Querras, odio, egoismos, cero tolerancia, envidia , cero empatia es el pan nuestro de cada dia.
    Donde vamos a parar? nosotros mismos nos estamos llevando a las pailas del infierno a la antesala de holicausto pues somos nosotros mismos nuestros depredadores.
    Solo doy gracias a esos grandes maestros que nos enseñan y que a travez de estos medios comparten su conocimentos ahora falta que abramos nuestos ojos y odios pero sobretodo nuestros corazones.
    Judios, cristianos, musulmanes, budistas o cual fuera la religión que se prefesa no es lo que nos salvará es «amando al prójimo como a ti mismo»

  2. Fran Cervera Trillo dice:

    Creo que el mestizaje es la mejor integración del,Pueblo judío con otros locales, sin por ello perder sus tradiciones y orígenes. Imposible un Pueblo que este mezclado o inserto en otras Sociedades sea perseguido. Y aunque no se mezclara si se establece en Pueblos cultos, tampoco debiera ser perseguido.,

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