Un segundo Holocausto para el pueblo judío no es una idea lejana ni hipotética, es una amenaza muy real. Casi la mitad de los israelíes (47%) lo temen, según una encuesta reciente publicada la víspera del Día de la Memoria de los Mártires y Héroes del Holocausto. Si seguimos en este camino rutinario, de sólo traer el amargo recuerdo del Holocausto cada año, sin ver que, en el futuro común, una catástrofe similar será inevitable.
Cuando se preguntó, cómo será el Día del Recuerdo del Holocausto dentro de 30 años, los jóvenes de Israel predicen un futuro preocupante. El 21% de los israelíes entre 35 y 45 años, dicen que creen que la conmemoración de Yom HaShoah se erosiona con el tiempo, hasta que desaparezca por completo, en comparación con el 12% de los israelíes de 65 años o más. Este es el explosivo pronóstico para preservar la memoria de la Shoá, hecho en una nueva encuesta del Movimiento Pnima, un grupo de investigación multidisciplinaria de temas sociales en Israel.
La memoria y los recuerdos se desvanecen y difuminan de forma natural y, el acto de recordar el Holocausto también disminuye y desaparece con el paso de las generaciones. Por supuesto, intentamos transmitir los recuerdos de generación en generación, con ayuda de nuevas ceremonias y empresas, pero ¿hasta qué punto puede el hombre dar vida a esas reminiscencias? Y la pregunta más importante es, si está interesado en hacerlo. Si alguien lo está, debe buscar nuevas formas de renovar artificialmente las impresiones, porque, por supuesto, no ocurrirá sin un gran esfuerzo e innovación.
Dicho esto, conservar los recuerdos del pasado no es lo que más me preocupa, sino las situaciones que afrontamos en el presente, con la gente que vive hoy y con lo que podemos hacer para evitar que venga otro Holocausto.
No estoy de acuerdo con el planteamiento de que una vez al año visitemos un monumento cerca de casa y guardemos un minuto de silencio, en una ceremonia estatal, sólo para sentir que somos justos. Debemos preocuparnos todo el año. Pensar en la misión del pueblo judío y el significado del horrible odio al que hemos sido sometidos, debería estar arraigado y llevarlo con nosotros la mayor parte del tiempo. No quiero decir que se haga de forma opresiva ni que la gente se sienta aplastada por ese pensamiento, pero sí, que sea consciente de lo que somos y de lo que hemos pasado. Debemos ser compensados por el sufrimiento pasado, no sólo recordarlo.
Además del Holocausto, hay que incluir otros acontecimientos históricos que han afectado al pueblo judío y que necesitan una compensación práctica: la destrucción de los dos Templos, la revuelta de Bar Kokhba, los pogromos y las expulsiones. Desde el punto de vista general, debemos comprender, que lo que los judíos se han hecho unos a otros en todas estas terribles guerras, por su odio infundado, no es menos horrible de lo que nos han hecho nuestros enemigos.
Y debemos apresurarnos a ampliar nuestra conciencia y comprensión del propósito y el proceso del sufrimiento pasado. Cuando la generación más joven señala que el Día del Recuerdo del Holocausto se olvidará y en un futuro próximo, que se convertirá en un día normal, es una pista de que debemos adoptar una nueva línea educativa: en lugar de educar a la generación joven para que llore el pasado, debemos darle esperanza y la dirección correcta para un futuro mejor. Debemos educar a los niños en unidad y amor mutuo, porque será la única forma para que no sufran.
Es nuestro deber explicar a las generaciones jóvenes y a nosotros mismos, la simple ley presente y en funcionamiento en la confusión de los acontecimientos históricos: Siempre que los judíos se distanciaron espiritualmente, fueron despreciados, aborrecidos y tratados mal. Así que, si nos acercamos, sería bueno para nosotros y también, bueno para el mundo.
Si creamos el bien para el mundo, nadie odiará a los judíos. Porque nuestra misión es ser «luz para las naciones». Es decir, unirnos en amor fraternal, tenemos el poder de crear nuestro destino, como nos lo ordenan nuestros sabios.
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