¿Por qué deberían jugar los adultos?

Jugar es un medio muy importante para el desarrollo. Cuando jugamos, desarrollamos nuevas relaciones y conexiones.

Es bien sabido que los niños necesitan jugar para desarrollarse, por eso compramos juegos y nos esforzamos en encontrar los más adecuados para cada etapa de su desarrollo, los adultos no lo tenemos tan claro. No nos gusta mucho jugar. Nuestras relaciones terminan deteriorándose rápidamente y degradamos al otro, eso termina con nuestro juego.

Como resultado, nos perdemos mucho de lo que podemos obtener de la vida. No analizamos todas las opciones de desarrollo como adultos y así, detenemos nuestro desarrollo futuro.

Convertimos la vida cotidiana en una especie de prisión. Es decir, necesitamos vernos, comportarnos y hablar de cierta manera y sólo de esa manera, de lo contrario, no encajaremos con los demás ni nos ganamos su respeto. Sin su respeto, nos tratan de formas que nos dañan. Sufrimos por vivir en esa prisión, pero se ha arraigado tanto en nuestra vida que no podemos escapar de ella.

La esencia de nuestro juego como adultos debe ser que nos tratemos positivamente, aunque no lo deseemos y que enseñemos a los demás a hacer lo mismo. Jugar así, emulará el estado superior de conexión positiva hacia el que la naturaleza nos lleva y podremos atraer a nuestras relaciones, las fuerzas positivas de conexión que habitan en la naturaleza y podremos sentirnos más felices, más seguros y que la vida es impulsada por un propósito.

Basado en el vídeo “¿Por qué deberían jugar los adultos?”, con el doctor Michael Laitman y Oren Levy. Escrito/editado por estudiantes del doctor Michael Laitman. Foto de Annie Spratt en Unsplash.