Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Por qué el estrés entre médicos en su lugar de trabajo puede conducir al suicidio

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Si un problema como el suicidio, ya es tan angustiante en sí mismo, el suicidio entre médicos es particularmente preocupante. Cientos de médicos se quitan la vida cada año a una tasa de más del doble que el de la población general.

¿Por qué tantos médicos, una profesión ampliamente respetada y bien remunerada, terminan suicidándose?

Doctores o más específicamente médicos, a menudo se encuentran bajo presión muy aguda, limitaciones de tiempo muy estrictas y se enfrentan a casos más allá de su capacidad de manejo. Aunque están entrenados para actuar con un intelecto agudo y una calidez amistosa, algunos simplemente no pueden soportar la carga y enfrentan profunda depresión y estrés.

Asumen los problemas de sus pacientes y  al hacerlo, los mismos médicos se convierten en pacientes. Su dedicación les impide abandonar su trabajo, pero el peso mental y emocional que soportan los sofoca. Algunos llegan a tal desesperación que no ven otra opción que renunciar a la vida.

«Sólo la conexión positiva en el cuerpo de la sociedad humana tiene poder para curar los sistemas de nuestra vida, desde el cuerpo humano hasta los confines más distantes de la sociedad». 

Recientemente, en enero de 2019, un interno en el Centro Médico Soroka en Beersheva, Israel, puso fin a su vida. Se convirtió en el cuarto médico que se suicida en israelí desde 2018. Los otros tres eran médicos de alto rango. El ambiente agotador y estresante de tratar con salas de emergencia abarrotadas, atender a pacientes que pueden provenir de poblaciones difíciles, así como un trabajo que exige realizar cirugías, capacitar a pasantes, trabajar largas horas en departamentos congestionados, rodeados de enfermedades infecciosas durante sus largas horas de trabajo, todo pasa factura.

La profesión médica tiene una responsabilidad sobre sus hombros, más allá de su capacidad de sobrellevarla. Cada año los profesionales de la medicina intentan servir a los enfermos que necesitan ayuda y comportarse como ángeles del cielo, pero sucede que también son mortales de carne y hueso.

En Israel, el sistema de atención médica padece, a pesar de no carecer de fondos. Los pacientes, a menudo esperan en largas filas para que alguien los libere del dolor. Médicos, enfermeras y personal de hospital trabajan dedicada y devotamente, día y noche, para garantizar la salud de todos. Pero, las enfermedades se vuelven más agresivas, los pacientes requieren más trabajo agotador y los medicamentos son menos efectivos. En última instancia, los médicos se sienten confundidos y luchan contra una abrumadora complejidad, en todos los ámbitos.

Quizá, una situación tan desesperada nos obligará a reconocer la enfermedad única y definitiva, que necesita sólo una cura.

Cuando no hay conexión positiva entre los «órganos» de la sociedad humana, cuando fallamos en pensar y actuar con consideración mutua, nuestro «cuerpo social» enferma y muere y con él, también nuestros cuerpos físicos. Sólo la conexión positiva en el cuerpo de la sociedad humana tiene el poder de curar los sistemas de nuestra vida, desde el cuerpo humano hasta los confines más distantes de la sociedad.

El cabalista Yehuda Ashlag, reconocido como el más grande cabalista del siglo XX, escribió lo siguiente sobre este fenómeno:

“Observando la vida, vemos que el proceso de una nación es igual al proceso de un individuo. El funcionamiento de cada uno dentro de la nación, es como el funcionamiento de los órganos en un cuerpo. Debe haber armonía total entre los órganos: los ojos, ven y asisten al cerebro para pensar y consultar, las manos trabajan o luchan y las piernas caminan. Así, todos están en guardia y hacen su papel. Así mismo, los órganos del cuerpo de la nación (consejeros, empleadores, trabajadores, transportistas, etc.) deberían funcionar en total armonía. Son necesarios para la vida normal de la nación y para una existencia segura.

«Así como la muerte natural del individuo es resultado de la falta de armonía entre sus órganos, el declive natural de la nación es resultado de alguna obstrucción entre sus órganos, como testificaron nuestros sabios (Tosfot, Baba Metzia, capítulo 2), “Jerusalén fue arruinada por el odio infundado que existía en esa generación”. En ese momento, la nación fue invadida y murió, sus órganos se dispersaron en todas direcciones». Yehuda Ashlag, La Nación.

La separación causa, tanto la muerte del cuerpo humano como la de la sociedad. Todas las partes que componen cualquier sistema delicado deben estar en relación simbiótica perfecta. El espíritu de consideración y responsabilidad mutua debe fluir entre todas las partes de todos los sistemas para su funcionamiento saludable.

Para lograr relaciones así, se requiere un proceso de curación profunda, arraigado en la sociedad en su conjunto, uno en el que no sólo los médicos, sino todos, vigilen día y noche para ayudar a cualquier persona en apuros.

En resumen, sólo podremos asegurar nuestra sociedad con médicos sanos mental y emocionalmente y cuando aceptemos nuestra responsabilidad de construir una sociedad emocionalmente sana, con relaciones humanas positivas, por encima de todos los procesos de división.

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