¿Por qué es importante la conexión?

En marzo del 2009, a raíz de la crisis financiera de la Gran Recesión, el economista Mark Vitner dio a la Associated Press una descripción palpable de la conexión ineludible de la humanidad: “Es como intentar quitarle lo revuelto, a los huevos revueltos. No se puede hacer tan fácilmente. No sé si puede hacerse en absoluto».

Hoy, cuando vemos el mundo que nos rodea, nos damos cuenta de que todo está más conectado que en el 2009. No puedes fabricar nada, desde un lápiz hasta un avión, sin incluir productos de la mitad de los países del mundo. Y para los que aún no estamos convencidos de que es así, la pandemia de Covid-19 demostró que la infección en un lugar, es infección en todas partes.

Sin embargo, así como estamos conectados, también estamos enajenados, desconfiamos y nos odiamos. En otras palabras, estamos inevitablemente conectados, como señaló Vitner, pero nos odiamos mutuamente. El resultado de estos lazos molestos es; fricción, violencia y agresión sin fin, hasta el punto en que nuestra civilización se está tambaleando. Es imposible obligar a la gente a estar junta, si no quiere. Pero hoy, la realidad de la vida nos obliga a depender de países extranjeros que, con frecuencia, son enemigos y las tensiones en el mundo aumentan.

 Dado que no podemos «quitarle lo revuelto a los huevos revueltos» que es en lo que se convirtió la sociedad humana, nuestra única opción es aprender a agradarnos unos a otros. Como mínimo, tenemos que llegar a tolerarnos, a estar de acuerdo con la existencia del otro. De lo contrario, lucharemos hasta la muerte y nadie ganará.

Por eso, la solución al estado de deterioro de la humanidad es fomentar en nosotros afecto mutuo y comprender la importancia de los demás. Para que la humanidad sobreviva, tenemos que pasar de una conexión técnica, a una conexión emocional, a apreciar la idea misma de la conexión. De lo contrario, no podremos aceptar la idea de que estamos conectados. 

Es decir, no necesitamos trabajar en aumentar nuestras conexiones; ya hay muchas. En su lugar, ¡debemos trabajar para aumentar nuestro deseo de conectarnos! Necesitamos llegar a reconocer los enormes beneficios de la conexión.

De hecho, el término «conexión» puede sonar un poco oscuro. Pero si piensas en conexión como afinidad, afecto e incluso amor, la tarea que tenemos ante nosotros se vuelve más clara. Ahora podemos darnos cuenta de lo lejos que estamos, del trabajo por hacer y de por qué es vital que logremos construir conexiones cálidas y positivas. Actualmente, somos como enemigos jurados que se ven obligados a compartir una habitación, ¿puede salir algo bueno de eso? No es de extrañar que estemos sentados sobre una bomba de tiempo.

La única forma de desarmar la bomba, es desintegrar la pólvora: el odio. La mezcla está ahí; no podemos «desmezclarnos» a nosotros mismos, pero podemos y debemos aprender a ver la belleza y la contribución de los demás, a la sociedad. Si entendemos lo que aporta cada uno y por qué es necesario que todos seamos diferentes, pues, lo que uno aporta, nadie más lo aporta, daremos la bienvenida a los cambios, los apreciaremos y estaremos agradecidos con los que son diferentes a nosotros, ¡precisamente por ser diferentes a nosotros!

Como la madre que ama a su hijo, no necesitamos preguntarle si está conectada con él; es un hecho. Eventualmente, debemos llegar a eso. No sucederá de la noche a la mañana, pero basta con que comencemos a trabajar, para prevenir el cataclismo inminente hacia donde se dirige la humanidad.