Dado el ego humano, los divorcios están en su punto más alto, nuestro deseo natural de disfrutar a expensas de los demás, está alcanzando proporciones exageradas. Nos hace cada vez más intolerantes con los demás
Muchas parejas se casan porque reciben satisfacción mutua durante cierto período de tiempo. Luego, en el momento en que sienten que ya no reciben satisfacción del otro, se desechan mutuamente.
La vieja idea de un sentimiento inicial de amor que creemos que seguirá hasta el día de nuestra muerte y que haremos todo lo posible para mantenerlo y hacerlo crecer, es palabrería infantil. Pues, terminamos enfrentándonos a un enemigo más poderoso que nosotros: el ego creado por la naturaleza.
Si entendemos que tenemos un enemigo interno, veremos que no tiene sentido hacer votos, porque no cambia nada. Y podremos ver la necesidad de una nueva educación, diferente a la que conocemos: una que nos enseñe a controlarnos y a organizar la vida con gente que es como nosotros. Requiere una preparación importante.
En lugar de hacernos promesas inútiles, deberíamos conocernos y comprender que se están uniendo dos egoístas que tienen la inclinación natural de acercarse. Y deberíamos trabajar para responder la pregunta: ¿Cómo deberíamos comportarnos para que nuestros deseos egoístas de usarnos mutuamente coincidan, en lugar de oponerse en una confrontación? Deberíamos darle mucha importancia a este escrutinio en curso.
Debemos avanzar con pequeños pasos consistentes. Es decir, damos un paso pequeño, algo sale mal y damos medio paso hacia atrás y así seguimos.
Cuando damos un paso y sentimos rechazo mutuo, reconsideramos nuestra vida, nuestro estado actual, a nuestra pareja y poco a poco, llegamos a la conclusión de que podemos seguir viviendo con nuestra pareja, pero necesitamos mejorar alguna conexión para entendernos de forma más positiva.
Podemos discutir estos pasos, aunque es innecesario. Más bien deberíamos mostrarle al otro que, por el momento, no podemos establecer una conexión más estrecha, nos hacemos a un lado y después, les hacemos frente a esos estados con más calma. Así, podremos acercarnos con más amor. Y desarrollaremos un entendimiento mutuo normal, que tendrá como objetivo fomentar el amor. Es decir, amaremos a nuestra pareja por ser buena pareja.
La pareja, en este caso, es alguien que nos comprende y junto a nosotros, construye un camino de corazón a corazón, precisamente gracias a este proceso de dar dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás, una y otra vez. Este proceso requiere más perdón y concesión que vigilancia. Al establecer esa conexión, es importante que ambas partes sepan de antemano que están en el camino de ceder uno ante el otro.
Ceder es la regla de oro en las relaciones. Además, cuando los niños entran en escena, los hombres necesitan hacer más concesiones, porque las mujeres tienen responsabilidades adicionales e incluso mayores.
La raíz de esa relación es nuestra conexión con la fuente Divina de la vida, que en Cabalá se llama «Creador». Describe la fuerza de amor, otorgamiento y conexión que creó y sostiene la vida. La medida en que cedemos en esta vida terrenal, es la misma medida en que podemos esperar que el Creador se rinda ante nosotros en nuestra vida espiritual.
Cuando damos un paso atrás en la vida familiar, el Creador también hace Su concesión, porque, por nuestro acto, es evidente que cedemos para mantener o incluso progresar en la relación y dejamos espacio para que el Creador haga lo mismo con nosotros.
Está escrito acerca de una relación así: “marido y mujer, la Divinidad entre ellos”. Es decir, al esforzarnos para que la fuerza inclusiva del Creador vitalice nuestra conexión y desear que la relación sea por Él, es decir, que busquemos conectarnos como medio para que nuestra conexión funcione de modo saludable en este gran sistema que el Creador creó, si entendemos que Él nos unió, estaremos en el camino positivo hacia una relación que constantemente florece de forma positiva con más y más amor y comprensión.
#matrimonio #consejos #sabiduría
A veces es imposible, las personas cambian 180 grados, las adiciones, la irresponsabilidad, la despreocupación…que crece esponencialmente en el tiempo…m Todo es egoísmo al final.