Hay muchas clases de divisiones en cada sociedad y nación, pero en la nación israelí, la división es mucho más fuerte. Porque, como está escrito, somos “un pueblo de dura cerviz”. Es decir, somos increíblemente tercos y la terquedad viene de tener un deseo exagerado.
Es diferente al deseo de otras naciones. Lo podemos ver muy claro entre los israelíes, entre los judíos en general y todos lo sienten de una forma u otra.
¿Cómo se expresa?
Sentimos que tenemos cierto poder y en consecuencia, estamos dispuestos a enfrentarnos a cualquiera. No nos importa quién. Si pones al primer ministro frente a un israelí, verás que hay una actitud de personas de igual estatus. Además, es común sentirse más inteligente que los demás, sin importar el puesto que se ocupe y sin relacionarse con ellos de acuerdo.
En otras naciones, hay la sensación de conocer el lugar y el grado en la sociedad, un código tácito para hablar con uno u otro. En Israel, a nadie le importa el estado aparente de otros. Es la naturaleza de la nación israelí y del pueblo judío en general.
En el pasado, la religión nos unía más estrechamente. Nos calmaba y frenaba, pues nos hacía temer el castigo y también nos daba recompensas por ser buenos.
Pero nos alejamos de la religión y sucede en todos los sectores, incluido el religioso, se llama “declive de las generaciones”. Es decir, creemos cada vez menos en un camino común y en las fuerzas superiores de la naturaleza que pensamos que podrían castigarnos o recompensarnos. Y somos más y más tercos de una generación a la siguiente, eso nos lleva a un punto en el que no tomamos en cuenta a nadie más.
Pero, en este estado, no podemos volver a actuar como cuando teníamos deseos más pequeños. Más bien, necesitamos aprender a superar nuestros deseos inflados, a unirnos por encima de divisiones, es decir, entender que “el amor cubrirá todas las transgresiones”, eso lo descubrimos cuando nos convertimos en nación. La vida se volverá cada vez más difícil en nuestra división obstinada, hasta que finalmente, nos demos cuenta de que en ese estado, nos causamos detrimento mutuo. Y tendremos que cambiar el rumbo para unirnos por encima de las divisiones, teniendo influencia positiva mutua.
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