Hoy, sin embargo, los comerciantes gigantes por Internet -Amazon, AliExpress, Alibaba, etc.- enviaron largos brazos virtuales convirtiendo la experiencia de la compra familiar en un toque de botón, y así podemos encargar una prenda barata, de cualquier color, medida y firma a deseo sin límite de inventario.
La revolución comercial en línea ha provocado el cierre de ochocientas tiendas de ropa en Nueva York cada mes, el desmoronamiento y la quiebra de miles de zapaterías y la reducción de cientos de tiendas de moda en todo el mundo. No se confundan. La crisis no está en el mercado de la moda, sino en el hombre.
Y, ¿quién es el hombre? Un deseo de llenarse de placer. No importa de qué deseo se trata, ya sea deseos de comer, de sexo o de formar una familia, deseos de dinero, honor o educación; en su esencia, uno se esmera por el placer y la satisfacción. El deseo es la causa que impulsa las ruedas de nuestra vida.
La pregunta respecto a dónde se hallan el deseo por la ropa y la moda en el nivel de los deseos, nos revela el punto de crisis en la industria de la moda. ¿Por qué? Porque por un lado, la ropa es un deseo puramente físico: nosotros tenemos que vestirnos para calentar nuestro cuerpo, sentirnos bien y cómodos. Por cierto, los pijamas sirven bien a este deseo. Por otro lado, la ropa también es nuestra tarjeta de presentación en la sociedad. Hubo tiempos que solo los reyes podían tener ropa a medida. Hubo tiempos en que los nietos heredaron las ropas de la generación anterior. Hubo tiempos en que diferentes profesiones requerían un cierto código de vestimenta. Parte de esta costumbre continúa hasta el día de hoy.
La moda se quita y se viste de formas de acuerdo con el desarrollo del deseo humano y la sociedad en general. Y, ¿hacia dónde evoluciona el deseo en nuestros tiempos? Hacia el llenado interno, la preferencia de calidad interna a la moda externa. Por lo tanto, hoy es difícil vender ilusiones y dictados sociales de la belleza de la moda. Aunque los publicistas invierten miles de millones de dólares para vendernos la idea de que somos de segunda categoría si no adquirimos una marca de lujo deseable, día a día la industria de la publicidad está perdiendo el dominio sobre nuestro deseo. El resultado: los jóvenes no compran más este cuento. Ellos prefieren vestir una prenda simple y cómoda, incluso si es descuidada y sin una etiqueta de marca conocida, cuando lo principal es que el precio valga la pena. Es cierto que ninguno de ellos se negará a aceptar un montón de ropa nueva como regalo, pero la inversión no vendrá por su propia cuenta.
El deseo de comprar ropa a cualquier precio va disminuyendo en el mundo. El deseo humano experimenta un desarrollo cualitativo y significativo. El llenado tan esperado es más oculto, más interno, más espiritual. Tal vez los jóvenes no saben específicamente qué buscan, pero comienzan a sentir que el llenado ciertamente no está en su apariencia externa.
De este modo, a la par del desarrollo cualitativo e interno del deseo, nacen cambios sociales de normas y valores. Lo que fue honorable y prestigioso ayer, pierde su valor hoy. ¿Cuál es el paso que sigue? La moda, tal como la conocemos en la vida cotidiana, se disipará por completo: desaparecerán los tiempos en los que nos esforzábamos por envolvernos en una prenda en la que preferimos la apariencia visible a nuestra comodidad, y gradualmente entraremos en nuevos tiempos en los que los corazones humanos serán el centro del interés. Esta es la nueva tendencia en el mundo de la moda.
Foto: Moshe Shai, Flash 90