La ley de la pena de muerte para terroristas, promovida en Israel por el ministro de defensa, Avigdor Liberman, pone una vez más de relieve un problema en el centro de un tira y afloja, mostrando la incapacidad del pueblo israelí de unificarse sobre una postura específica. Argumentos a favor y en contra de la ley han inundado la prensa israelí sobre si realmente disuadiría a los terroristas y lo que significaría para los judíos.
En sentido literal, el Talmud justifica la pena de muerte para una persona que actúa con la intención de matar a otra persona: «Si alguien viene a matarte, levántate antes y mátalo primero» (Talmud de Babilonia, Sanhedrín 72: 1). Esta ley no es diferente para un terrorista o para cualquier persona que hace un movimiento para asesinar a otra persona.
Sin embargo, el que la pena de muerte sea aprobada o no en Israel, no influirá en el problema del terrorismo desde su raíz. Todo el discurso sobre el tema es como debatir si es mejor la quimioterapia o los tratamientos naturales para tratar el cáncer: siempre obtendrás una opinión diferente dependiendo de a quién le preguntes, y todo el debate no se ocupa de analizar el problema y su solución desde la base de su causa.
Por lo tanto, no tengo ningún interés en entrometerme con las leyes del Estado de Israel, que se basan en leyes de la época del mandato británico, incluso un poco antes. Si el Estado de Israel y el pueblo judío realmente quisieran resolver el terrorismo, entonces tendríamos que profundizar más en nuestras raíces, para comprender qué nos hace ser, en primer lugar, un pueblo judío, y qué leyes seguimos cuando nos volvimos judíos por primera vez. Entonces, podríamos aprender algo sobre las leyes que tienen el poder de eliminar de raíz el problema del terrorismo.
Cómo anular las leyes estatales con leyes de la naturaleza: una guía para el pueblo de Israel
Lo que nos hace un pueblo judío es la tendencia a unirnos (la palabra hebrea para «judío» [Yehudí] proviene de la palabra «unidos» [yihudi] [Yaarot Devash, Parte 2, Drush 2]). Nuestros antepasados se dieron cuenta de esta tendencia en la época en que Abraham fundó grupos no de acuerdo con las leyes estatales, sino de acuerdo con las leyes de la naturaleza. Mientras que la antigua sociedad babilónica se derrumbaba a su alrededor en devastadores niveles de división social, Abraham se negó a aceptar la norma de división del momento. En cambio, dedicó su vida a un proceso de autodescubrimiento, la investigación de la naturaleza y el sistema de la creación.
A través de su investigación, descubrió que las leyes fundamentales de la naturaleza son el amor, la generosidad y la unidad. Además, descubrió cómo estas leyes operan en cada elemento de la realidad y reunió a personas que también buscaban mejorar sus vidas, formó grupos a partir de ellas y las guió en cómo utilizar las leyes de amor y unidad de la naturaleza en las relaciones sociales. Ese grupo llegó a ser conocido como «los judíos».
Como pueblo judío unido, disfrutamos tiempos de felicidad y prosperidad durante el Primer y Segundo Templo. Con el tiempo, sin embargo, el egoísmo humano evolucionó a un nuevo nivel en la humanidad, incluido el pueblo judío. Nos separó y nos alejamos de nuestra consonancia con las leyes de la naturaleza para la unidad. Al final, reemplazamos el seguimiento de las leyes de la naturaleza por el de las leyes estatales hechas por el hombre.
El egoísmo nos hace considerar que el beneficio personal tiene más importancia que beneficiar a otros y a toda la sociedad en la que vivimos. Si no nos esforzamos para unirnos por encima de nuestra tendencia egoísta natural, construiremos nuestras vidas de una manera cada vez más opuesta a la naturaleza. El terrorismo es solo una de las formas obvias en las que el mundo de hoy nos muestra el resultado de nuestro desarrollo natural egoísta durante miles de años.
Hemos dividido a la humanidad en una miríada de segmentos, subsegmentos y subsegmentos de los subsegmentos. Valoramos la individualidad por encima de lo integral, y el éxito personal de individuos únicos o grupos selectos por encima del éxito colectivo de la sociedad como un todo. Esto es opuesto a cómo funciona la naturaleza. La naturaleza ve el planeta y todos sus habitantes como un único sistema, dando la misma importancia a todas sus partes. Es similar a las células y los órganos de un cuerpo humano: todos juegan un papel vital en la salud, el sustento y el funcionamiento de todo el cuerpo.
Nuestra actitud cada vez más egoísta y separada de la naturaleza no solo nos divide como personas, sino que es la causa de cada infortunio y dolor en la humanidad. Al igual que con el ejemplo del cuerpo humano, cuando una determinada célula o grupo de células comienza a recibir más de lo que necesitan a cuenta de otras células, se considera como un crecimiento canceroso. Nuestro énfasis en el autobeneficio por encima del beneficio a la sociedad humana en su conjunto nos aleja de identificarnos con las leyes de la naturaleza de amor y unidad y seguirlas; y hace que sucumbamos al seguimiento de las leyes estatales hechas por el hombre. Por lo tanto, mientras más problemas surjan en el mundo a escala personal, social y global, más tendremos que revisar nuestras leyes creadas por el hombre, igual que necesitamos continuamente revisar nuestros medicamentos para tratar nuevas epidemias.
Por lo tanto, si abordamos el diagnóstico y la cura de los problemas del mundo, incluido el terrorismo, -en su origen nuestro distanciamiento de las leyes de unidad de la naturaleza-, entonces al aprender lo que son las leyes de la naturaleza y cómo podemos observarlas, podríamos allanar el camino hacia una sociedad armoniosa y unificada, en equilibrio con la naturaleza.
El resurgimiento del método para descubrir y aplicar las leyes de la naturaleza
El método para el descubrimiento y la aplicación de estas leyes es el mismo método que Abraham desarrolló, la sabiduría de la Cabalá. Hoy en día, este método está experimentando un resurgimiento moderno a medida que miles de personas en todo el mundo, que sienten que los caminos actuales del mundo conducen a callejones sin salida, comienzan a reunirse regularmente para descubrir una conexión con la naturaleza que perdieron hace mucho tiempo, revitalizando el sentido de propósito, amor, unidad y cercanía con la naturaleza de los cuales el grupo de Abraham una vez fue pionero.
Usando este método, este grupo mundial se ha convertido en un laboratorio de investigación de una sociedad basada en el descubrimiento y la aplicación de las leyes de la naturaleza. Si existen vínculos fuertes y unidos en las relaciones sociales impulsadas por el aprendizaje continuo, el estímulo y la promoción de valores pro-sociales, como la unidad, el amor, el dar, la consideración mutua y la bondad, entonces los fenómenos egoístas negativos no tendrán la oportunidad de surgir. Por ejemplo, el castigo no surgiría tal como lo conocemos hoy en nuestro mundo, como una pena por una ofensa que se hizo. El castigo se sentiría como una sensación dentro de la persona, cuando la inclinación egoísta capta los deseos y pensamientos de la persona con su exigencia de realización personal a cuenta de los demás.
En una sociedad que funciona de acuerdo con las leyes de la naturaleza, cada persona tendría la base, las herramientas y el entorno social necesarios para trabajar con sus inclinaciones egoístas y criminales antes de que se materialicen. Del mismo modo, una persona podría aplicar castigos, incluso una «pena de muerte» a sus propias inclinaciones egoístas, ya que no querría dañar la atmósfera social. En el método de la Cabalá, este concepto del castigo se llama una «corrección» de nuestra naturaleza. Estas correcciones nos acercan más y más a la apertura de una naturaleza nueva y expansiva donde los hilos de amor, unidad y consideración nos unen.
Salvo en los tiempos antes mencionados del Primer y Segundo Templo, no hemos creado nunca este tipo de atmósfera social, y hoy nuestro egoísmo corre desenfrenado en la sociedad. A medida que aumentan los efectos de la creciente división social, las tendencias nazis, fascistas y xenófobas y el terrorismo se hacen más crudos, podemos seguir intentando crear diferentes tipos de tiritas y parches por todos lados, o podemos comenzar a alinearnos con las leyes de la naturaleza y tratar estos problemas y otros en su raíz.
Es mi esperanza que descubramos esta atmósfera social positiva que aspira a equilibrar las leyes de la naturaleza más pronto que tarde. El grupo mundial que ahora trabaja en la implementación de este método está abierto para que todos se unan, y ya en sus etapas iniciales, las personas inmediatamente dejan constancia de sensaciones y percepciones nuevas y maravillosas que se abren a ellos como resultado de pequeños esfuerzos para conectarse y amar en una sociedad que defiende esos valores. También es mi esperanza que la sociedad humana descubra el esplendor de vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza, y que suceda de manera rápida, a través del aprendizaje y el estímulo, en lugar de lenta, a través de dolores y penas.