El viaje de Moisés es, ante todo, una lección de devoción al deseo del Creador. Guió al pueblo de Israel como se le ordenó, cumplió cada indicación con fe inquebrantable. Pero, cuando llegaron a la frontera de la Tierra de Israel, el Creador le dijo que no entraría. Que su vida terminaría en la montaña. Desde una perspectiva humana, podría parecer cruel o injusto. Incluso el propio Moisés, como se describe en el Midrash Raba, le suplicó al Creado, le dijo: “He caminado tanto, ¡déjame, al menos, tocar la tierra! Cuando caminaba, soñaba entrar”.
Pero el viaje de Moisés no era llegar a un destino físico. Era cumplir el deseo del Creador en cada momento, en cada paso. El propósito de su vida fue cumplir el plan del Creador. El sueño de entrar en la Tierra de Israel era secundario a la meta más alta, que fue anularse por completo a la guía del Creador.
Desde nuestra perspectiva limitada, podría parecer duro que a Moisés se le negara la entrada. Pero, las acciones del Creador siempre son perfectas y están alineadas con el propósito último de la corrección humana y del ascenso espiritual. Lo que nos enseña el ejemplo de Moisés es que, nuestra tarea no es satisfacer deseos personales, ni siquiera los que, en apariencia, son espirituales, sino alinearnos totalmente a el deseo del Creador.
La situación de Moisés, también plantea la cuestión del pecado. Está escrito que los pecados del pueblo, incluso el pecado de Moisés, impidieron entrar en la Tierra. Como humanos, el pecado es inevitable. No podemos evitarlo, porque es parte de nuestra naturaleza. Aunque, el pecado no es un mero obstáculo. Es una etapa en el proceso de corrección, es decir, de nuestra transformación, del interés egoísta innato a la intención altruista de dar a los demás. Gracias a nuestros errores, aprendemos, crecemos y nos acercamos al Creador, cuya cualidad es altruismo y amor incondicionales. El propósito del pecado es, revelar nuestra distancia al Creador, para que podamos tomar medidas y superar esa brecha.
Hoy, la humanidad está en un proceso similar. Estamos pasando por lo que podría parecer un castigo: una miríada de problemas y crisis que parecen duros e implacables. Pero este “castigo” no tiene nada que ver con la retribución. Es un proceso de corrección, diseñado para cambiarnos, despertarnos y acercarnos al Creador. Es una oportunidad para la corrección, una manera de alinearnos con el propósito último de la vida.
La clave es entender que todo viene del Creador y al final, será en nuestro beneficio. Aunque sintamos que estamos en una especie de purgatorio, debemos entender que este estado es la oportunidad para lograr adhesión con el Creador. El objetivo de nuestra creación es, a cada momento, lograr adhesión al Creador, sentir Su guía y confiar en que incluso las experiencias más desafiantes, son parte de Su plan para nuestra corrección.
La historia de Moisés nos recuerda que la máxima satisfacción no debe ser alcanzar un destino ni lograr un resultado específico, sino someternos por completo al deseo del Creador. Cuando aprendamos a anularnos y a seguir Su guía sin vacilar y a ver Su mano en todo, cumpliremos el propósito de nuestra creación. Esa es la “Tierra” superior a la que debemos esforzarnos por entrar: un estado de total alineación con el plan del Creador.
Excelente reflexión, doctor Laitman. La cabala nos dice que la falta de conciencia, de los actuales lideres autoritarios, proyecta sus desequilibrios sobre los demás, y por lo tanto la humanidad sufre, por causa de un puñado de sátrapas arrogantes, codiciosos, genocidas y perversos.