¿Por qué tendemos a creer más a unas personas que a otras?

Confiamos en unas personas más que en otras porque no tenemos más remedio que hacerlo.

Por ejemplo, los bebés no confían en nadie. Los bebés no quieren conocer a nadie más que a su madre y se aferran a ellas. En la medida en que crecen y conocen su entorno, de su cuna a su habitación, a su casa entera y quizá el patio trasero, desarrollan confianza hacia la gente de estos entornos familiares. Los bebés se acercan a los más cercanos y más familiares y se alejan de lo que no les es familiar. En otras palabras, la confianza es un rasgo que debemos adquirir.

En la medida en que nos familiarizamos con nuestro entorno, nuestra sociedad y el mundo que nos rodea -determinamos quién está cerca y quién está lejos de nosotros- y confiamos en determinadas personas.

También podemos ver ejemplos así, en los animales. Hay animales que hemos domesticado a lo largo de la historia, como perros y gatos y les tenemos confianza. Sabemos que es probable que no podamos criar un león en casa, pero sí ciertos animales -los animales confían en nosotros, hasta cierto punto y nosotros en ellos- y podemos coger a sus crías y desarrollar una especie de relación, de acuerdo con el grado de confianza que establecemos.

Basado en el video «¿Por qué tendemos a creer más a unas personas que a otras?”, con el doctor Michael Laitman. Escrito/editado por estudiantes del doctor Michael Laitman.