Ustedes, se sienten ahogados, encarcelados en el cuadrito del Zoom, sin poder estirar la mano al contacto, sin aire social. Para ustedes, los jóvenes, este año del Coronavirus, hizo que surgieran asuntos complejos. La sensación de caos económico-social que se ha filtrado hasta el nivel emocional, expuso en ustedes una herida profunda, una gran carencia.
Por lo visto hay en su corazón aún tierno una esperanza que ocurra ya algún cambio, que algo llene ese espacio interior que hay en ustedes, pero nada no pasa por sí mismo. Desde mi avanzada edad, yo les sugeriría, a ustedes, los jóvenes, olvidarse de todo y no afirmarse sobre la generación pasada, sino averiguar por ustedes mismos qué quieren realmente. ¿Acaso quieren despertar ese puro deseo que habita en ustedes y responder inocentemente: qué quieren de la vida?
Jóvenes, no se comparen con la generación anterior, no se lamenten o se quejen por no haber recibido las condiciones que ellos recibieron; no derramen ni una lágrima por lo que fue, más bien empoderen lo que tienen, y es que, ¡ustedes tienen muchísimo!
Tienen fuerzas, tienen inteligencia, tienen sensibilidad del nuevo mundo que se está formando, entonces: ¡Adelante, formen para ustedes una buena vida!
Sepan que nada llega en vano. El mundo que ustedes conocen no volverá, y nadie les espera en la vuelta a la esquina para llenarles de abundancia, en realidad. Por eso, en vez de esperar a la redención, paren y piensen, cuestionen e investiguen, profundicen y comprendan el sistema en el cual todos vivimos. Entren a un nivel de vida más elevado, aspiren desarrollar un nuevo sentido espiritual de las fuerzas que nos manejan en el mundo. Traten de ver la vida desde otro ángulo, salgan de lo conocido.
Ustedes no ven en el horizonte una razón, no encuentran el sentido de levantarse y actuar, no reconocen un futuro brillante… porque están buscando en el sitio errado. Pizza y Coca Cola, cerveza y celular bastan para muchos de ustedes. Esta es la forma de esta generación nueva y nadie les reclama por ello. Solo que a partir de ahora, pónganse de pie y comiencen a exigir una revolución. Salgan y construyan, salgan y consigan, engendren y den a luz a una nueva vida por sus propios medios con las fuerzas frescas que fluyen en ustedes.
En el primer paso, emprendan una conversación social, común y masiva, virtual y pública, para averiguar en qué mundo existen y en qué mundo quieren vivir. Aprovechen la oportunidad y naveguen sobre las olas de esta nueva era, lo más lejos posible. Desde el nuevo continente imaginario que conquisten, pregúntense: ¿Cuáles son las nuevas leyes que nos conducirán aquí? ¿Qué tipo de relaciones y conexiones formaremos a partir de ahora? ¿Qué ideología nos motiva? ¿Cuál es el pensamiento y la intención que deben estar detrás de ella? Fantaseen sobre el mejor estado social, el más perfecto, y regresen a la realidad de hoy para implementarlo en la realidad, formando los pasos desde ese cuadro de zoom actual hasta alcanzar el sueño.
Es obvio que se toparán con oposiciones naturales, y por eso es importante que conozcan de antemano los límites de la naturaleza que nos rodea. Después de todo, existimos dentro de un sistema natural, un sistema determinista con leyes absolutas y claras, estrictas, y ¿Qué podemos exigirle? Un solo virus y nuestra vida se descontrola, entonces, ¿Cuáles son las opciones que tenemos? ¿Qué más podemos exigir además de deseos corporales como comida, sexo y familia, que se despiertan en nosotros constantemente? O, ¿Cómo enfrentar los deseos sociales exigentes de dinero, honor o títulos?
Por eso, debemos pararnos sobre las puntas de los dedos, levantar bien alto la cabeza, lo más que podamos y ver más allá. Ansiar la esencia más elevada, despertar preguntas sobre el sentido de la vida, ¿para qué vivimos? ¿Qué quiere de nosotros, los jóvenes, esta naturaleza, la cual nos da vida y nos la quita? ¿Hacia dónde nos dirige? ¿Cómo fluir con ella, si es que así debe ser?
Ninguna generación les proveerá estas respuestas, no la generación anterior ni siquiera los muchachos de la generación actual. Estas preguntas, cada uno de ustedes debe averiguarlas. Pregúntenlas una y otra vez, caigan y vuelvan a levantarse, pero no flaqueen.
Sería una torpeza contentarse con la vida tal como es, recibir de lo que venga y no exigir una respuesta apropiada sobre la esencia de la vida. Porque de pronto se acaba y somos ancianos, contamos los años de vida añorando los recuerdos. Pero más allá de nuestra vida hay otra forma de vida, más elevada y más feliz, y todos podemos revelarlo, aquí y ahora. Por eso, jóvenes, tengo un consejo para darles, no suelten la pregunta más importante hasta llegar a una respuesta: ¿Qué sentido tiene la vida?
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