Los animales pueden ser domesticados con estímulos positivos y negativos. La gente puede ser domesticada de manera similar, si se le rebaja al grado animal. Si mantenemos esa influencia constante sobre la gente, sin dejar que se desarrolle más allá de esos estímulos, ya sean positivos o negativos, será lo único que sienta. Impediremos que sea autocrítica, sólo lo hará para huir de lo malo y avanzar hacia lo bueno. Así, llegará al grado del animal y se comportará en consecuencia. Pero, si la liberamos de las presiones positivas o negativas, le daremos la posibilidad de mayor desarrollo mental y emocional.
A lo largo de la historia podemos ver que, hubo períodos de esclavitud y otros en los que se luchó sólo para satisfacer las necesidades básicas. El único problema era conseguir comida y un techo donde vivir. Pero, el progreso humano nos llevó a ser más capaces, nos dio alimento, calor, cobijo, familia e incluso una sociedad en la que se cuidan unos a otros. Y surgió la oportunidad de cuidar nuestro ser interior y de sentir necesidad por lograr un «algo» adicional. Desarrollaron arte, música y literatura y nació un nuevo anhelo espiritual que marcó el inicio del ser humano.
Los humanos son mucho más que criaturas que sólo responden a estímulos. También crecemos interiormente y hay cierto nivel de crecimiento que podemos alcanzar.
Así como, es incorrecto incentivar a los niños por su conducta positiva y castigarlos cuando es negativa, vemos que ni siquiera con premios y castigos, podemos evitar que los niños se desarrollen a su manera individual. Un niño quiere algo y otro quiere otra cosa, en realidad sin importar si los guiamos con premios o presión, todos tenemos necesidad de expresarnos.
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