Se podría pensar que la gente tiene cada vez menos paciencia para escuchar a los demás, pero es todo lo contrario. De hecho, mientras más jóvenes son los oyentes, más probable es que escuchen podcasts online, en lugar de música. Según el blog sobre el negocio de la música Hypebot, el informe 2021 Spoken Word Audio Reportde NPR y Edison, descubrieron que «la cuota de escucha de audio de la palabra hablada aumentó 40% en los últimos siete años; 8% este año» y «el crecimiento del audio de la palabra hablada está impulsado por el gran aumento de las audiencias jóvenes y multiculturales», mientras que la música cayó 10% en el mismo periodo.
He dicho a menudo que los jóvenes de hoy no son superficiales ni apáticos, como algunos dicen. Al contrario, son muy perceptivos, directos y saben exactamente lo que necesitan. Cuando no se lo damos, nos dan la espalda y lo interpretamos como apatía. No lo es; simplemente no quieren molestarse con palabras, que no sacian su sed.
Necesitan respuestas; quieren información precisa sobre el mundo en el que viven y no se la damos. Tenemos que educar a la gente, especialmente a los milennials e incluso a los más jóvenes, para que comprendan cómo pensar y actuar en un mundo globalizado, interconectado e interdependiente.
Lo viven con naturalidad; tienen amigos en todo el mundo, a los que nunca han conocido, con los que sólo chatean por Internet. Al mismo tiempo, los países en los que viven pueden ser hostiles entre sí o incluso estar en guerra.
Nosotros, la generación de más edad, seguimos teniendo una visión obsoleta de la separación y las fronteras, ellos viven en la nube virtual, donde no hay fronteras y se sienten muy cómodos allí. Ahora necesitan información; necesitan saber cómo conducirse en esa vida, porque ninguno de los sistemas educativos actuales le da esa información.
El mundo está cambiando muy rápido y el ritmo aumenta cada vez más. Si queremos una transición suave, debemos prepararnos. El paradigma de entidades distintas que luchan entre sí por el dominio es obsoleto en un mundo en el que cada entidad depende de las demás para satisfacer sus necesidades básicas.
A menos que pasemos rápidamente a una forma de pensar y funcionar más cooperativa, la realidad nos obligará a hacerlo por las malas: con guerras, enfermedades, catástrofes naturales y otros innumerables «latigazos» que la Madre Naturaleza tiene en la manga para disciplinar a sus hijos insubordinados.
No sólo la generación más joven necesita respuestas; todos las necesitamos. Cuanto antes reconozcamos que el mundo cambió, antes empezaremos a estudiar nuestro mundo desde esta nueva perspectiva interdependiente y podremos encontrar las respuestas que necesitamos nosotros y nuestros hijos.
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