En primer lugar, debemos reflexionar profundamente, en la dolorosa división que hay entre nosotros y que ha causado el devastador costo de cientos de vidas perdidas y miles de heridos. Debemos anhelar un cambio importante y unirnos de todo corazón, como uno solo. Sólo los lazos de unidad pueden protegernos de tragedias futuras y sacar a esta nación del abismo de la desesperación.
No podemos darnos el lujo de alimentar el resentimiento ni de retrasar la acción ni de esperar el fin de la guerra, para reflexionar sobre nuestro estado fracturado. Ahora es el momento de la introspección. Necesitamos identificar las razones detrás de las circunstancias actuales y actuar en consecuencia.
Nuestra búsqueda para comprender, debe extenderse a la fuente misma de nuestra vida: la fuerza superior de amor, otorgamiento y conexión que actúa sobre nosotros y que está más allá de este nivel actual de conciencia, que percibe sólo a través de una lente egoísta y divisiva. No es cuestión de religión, sino de comprender que, la fuerza que gobierna la realidad es única y en consecuencia, debemos estar unidos ante ella como uno solo.
Precisamente en tiempos difíciles, debemos expandir la conciencia y permitir que la fuerza superior de amor y otorgamiento, entre en nuestra vida. Debemos elevar hasta la fuerza superior, el dolor y la angustia que, en esos momentos, hay en tanta gente y desear que se corrijan nuestras relaciones rotas y podamos acercarnos más. Debemos tratar de tener a los demás cerca del corazón, no sólo en tiempo de guerra, sino como un deber constante.
No somos una nación fundada con base biológica, sino espiritual e ideológica: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Es decir, éramos gente de la antigua Babilonia y sentimos el problema de vivir, sólo de acuerdo con ideales materiales y competitivos, por eso, buscamos una verdad superior para vivir y la revelamos como fuerza superior de amor, otorgamiento y conexión que nos unió por encima de los impulsos divisivos. Por eso, no podemos seguir divididos, sin sufrir por la separación.
Nuestra misión de unirnos por encima de la división es constante, porque los deseos egoístas y divisivos emergen tenazmente en nosotros y nos alejan. Por eso, como el estudiante diligente que cada día encuentra nuevas tareas y las resuelve, no debemos acumular más tareas atrasadas, que terminen explotándonos en la cara, presionándonos a situaciones críticas como la que tenemos ahora ante nosotros. En su lugar, debemos apresurarnos y corregir el corazón, para favorecer la unidad “como un hombre con un corazón”, por encima de la división.
#Israel #guerra #unidad
Excelente reflexión, doctor Laitman.