Podemos observar el tiempo cuando vemos el reloj y podemos sentirlo cuando reflexionamos sobre la vida y percibimos que pasa muy rápido. Lo sentimos cuando observamos los eventos en la vida y pensamos en sus consecuencias y en nuestras emociones.
El deseo de recibir, la materia fundamental de la que fuimos hechos, percibe el pasado, el presente y el futuro. Reconoce el tiempo como cambios que suceden en nuestro deseo de placer. En otras palabras, el tiempo depende de las sensaciones que surgen de nuestro deseo de recibir. Sin estas sensaciones, no tendríamos concepto del tiempo.
Si no hubiera diferencias en nuestras sensaciones, entre sentirnos mejor o peor, no seríamos conscientes del paso del tiempo. Si nuestras sensaciones siguieran siendo las mismas, el tiempo, tal como lo conocemos, se detendría. Es decir, el tiempo es resultado de fluctuaciones en nuestras sensaciones. Si no hay cambio, no hay tiempo. ¿En qué se distingue un minuto del siguiente? Las variaciones se deben a los procesos que tienen lugar en nuestro deseo de recibir y a eso le llamamos “tiempo”.
El tiempo es la medida de la diferencia entre la cantidad de placer que sentimos en nuestro estado actual, en comparación con nuestro siguiente estado. Nuestras sensaciones cambian continuamente, eso explica por qué, desde el punto de vista egoísta, los acontecimientos del pasado, presente y futuro son tan importantes. Exploramos los estados de nuestro deseo de recibir placer y los cambios entre esos estados se registran en nosotros como tiempo.
El deseo de placer es la materia de la creación. Es el sensor de plenitud o vacío. Evalúa el estado por el que atraviesa, compara la sensación de plenitud en el estado anterior y forma el concepto del tiempo, evalúa la cantidad de placer en ambos estados.
El tiempo es la herramienta para medir la satisfacción del deseo de recibir. Nos esforzamos por tener satisfacción, vemos el futuro y reflexionamos sobre el pasado, para aprender a organizarnos mejor y lograr el resultado deseado. Y dado que organizamos nuestra satisfacción, dividimos el tiempo en varias fases.
Tanto el pasado como el futuro se basan en nuestro deseo de placer. El deseo de recibir se desarrolla y pasa por las fases: inanimada, vegetal, animal y humana. Los humanos son los únicos que sienten el tiempo, es decir, reconocen pasado, presente y futuro. Estas fases son diferentes para ellos, desde el punto de vista de su sensación de plenitud.
En el interior sentimos diferente tipo de tiempo. Hay tiempo que seguimos con el reloj, pero también tenemos un sentido interno del tiempo. Podemos medirlo tan extenso como miles de millones de años o tan minúsculo como momentos fugaces. Medimos el tiempo según su importancia para nosotros y nuestra participación en él.
Nuestra percepción de tiempo y su esencia son dos conceptos distintos. Nuestra experiencia del tiempo se basa en nuestras experiencias personales, el tiempo astronómico mide el movimiento en órbita de los planetas, aunque por el momento, también es relativo.
Todo el universo es el deseo de recibir, dentro de él observamos procesos que suceden en los niveles inanimado, vegetal, animal y humano. En realidad, todo está dentro de nosotros. Nuestra realidad es producto de nuestra percepción. Si ésta cambia, también cambiarán los conceptos de tiempo, movimiento, espacio, universo y toda la imagen en la que vivimos. Esto nos lleva a preguntarnos sobre nuestra realidad y si tenemos el poder de alterarla.
Me gustaría que fuera más claro, se que nuestro cuerpo desea siempre recibir pero también tenemos el Espíritu el cual siempre quiere dar, entonces como se relaciona con el tiempo?