Con empatía llegamos a sentir el dolor de los demás y con compasión sentimos el dolor de los demás y podemos manejarlo. Porque la compasión viene con amor, esa es la diferencia clave entre los dos.
Según el diccionario Merriam-Webster, empatía es “la acción de comprender, ser consciente, ser sensible y percibir indirectamente los sentimientos, pensamientos y experiencias de otra persona, del pasado o del presente, sin que esos sentimientos, pensamientos y experiencias sean comunicados de forma explícita”, compasión es “conciencia compasiva de la aflicción de los demás, junto con el deseo de aliviarla”.
Con compasión, es como si entráramos en el mundo de la otra persona y sintiéramos su experiencia. Si fomentamos y alimentamos ese sentimiento en nosotros, podremos entrar en un mundo completamente diferente. Pero, no estamos involucrados en el proceso. En general, a la edad de trece o catorce años, podemos resonar totalmente con el sufrimiento de los demás. Si recibiéramos más educación para relacionarnos con esos sentimientos, podríamos lograr un inmenso cambio positivo en el mundo.
Podemos enseñar compasión para que la gente aprenda a comprenderla y se nutra cada vez más. Al aumentar la compasión en la sociedad, podemos compartir el sufrimiento de los demás, aceptarlo parcialmente en nosotros y llegar a un estado en el que neutralicemos el sufrimiento.
Además, no nos quemaríamos al, aparentemente, tomar demasiado sufrimiento sobre nosotros. En cambio, nuestra compasión y simpatía neutralizarían el sufrimiento, asignándolo en porciones más pequeñas y al hacerlo, daremos alivio a los demás.
La compasión compartida entre toda la humanidad, nos llevará al estado de felicidad global, que es exactamente lo que necesitamos lograr. Si no logramos aumentar la compasión en la sociedad humana, tendremos problemas cada vez mayores en el futuro. Porque el ego humano crece continuamente, pero la naturaleza nos obliga a volvernos cada vez más interdependientes. En otras palabras, sin unirnos y sin compartir nuestro sufrimiento, no podremos tolerar nuestra creciente conexión: sentiremos una presión cada vez mayor sobre el ego, hasta que se vuelva insoportable.
Según la sabiduría de la Cabalá, compasión tiene una definición más amplia que la que se encuentra en Merriam-Webster. Divide el vasto sufrimiento que hay en la realidad. La realidad es el enorme deseo de recibir que fue creado, del que somos parte y la gran luz, la fuerza de amor, otorgamiento y conexión, necesita llenar totalmente el deseo. Mientras más preparemos un enfoque compasivo sobre ese deseo, es decir, una intención que no sea egoísta, sino dirigida a amar, dar y conectarse positivamente con los demás, más dejaremos que la luz, la fuerza positiva de amor, otorgamiento y conexión: entre en el deseo, alivie el sufrimiento y nos dé paz y armonía. En otras palabras, el gran deseo de recibir que es base de la realidad sólo puede encontrar satisfacción si nuestra intención se orienta en la dirección de beneficiar a los demás.
Por eso, al aprender a ser compasivos, podemos acelerar el tiempo para lograr equilibrio entre nosotros y con la naturaleza. Y dividiremos la diferencia entre la plenitud absoluta y el vacío entre cada uno de nosotros y estaríamos en camino de un estado dichoso: sentiríamos que la contradicción, imposibilidad y llanto interior se transformarán en un placer y alegría nuevos y superiores. En ese estado, no hay diferencia entre el dolor y el placer, porque se unen como uno. En otras palabras, en un nivel superior de la realidad, donde estamos más correctamente conectados, el dolor se convierte en placer porque se equilibra.
El dolor se nos da para cambiarlo en placer. Como resultado, el mayor dolor, se convierte en el mayor placer. Si sabemos equilibrar estos opuestos, terminaremos con un placer y sensación de realidad completamente nuevos.
Deja una respuesta