Satisfacción espiritual es la satisfacción, plenitud y placer de la conexión con todo el universo.
Estamos hechos de tal forma que sentimos la perfección de la totalidad de la naturaleza en ese estado, es la plenitud más elevada que podemos sentir.
Es incomparable con los placeres terrenales. Nada puede reemplazarla. ¿Por qué? Porque es una plenitud de eternidad, perfección y armonía que llena hasta nuestro deseo más grande, más alto y más fuerte posible. En esta sensación reside la interconexión, la asociación y la resonancia de todos los elementos, hasta de los más opuestos.
Esta sinfonía infinita y armónica nos satisface tan completamente, que apenas tenemos la capacidad suficiente para pensar un poco y entender lo vasta y perfecta que es.
Sin embargo, no debemos pensar que vivir en un mundo así, es estar en estado continuo de nirvana. Es un mundo que debemos mantener constantemente dentro de nosotros. Requiere análisis continuo y que nos elevemos por encima de los deseos egoístas de beneficio propio. Por eso es un mundo complejo, pero, de hecho, contiene un placer más allá de cualquier placer corporal que ahora conocemos: el de la conexión con la perfección.
Como resultado de lograr satisfacción espiritual, no nos quedamos simplemente sentados y disfrutando de un océano de placer infinito. Es una sensación que engendra sentimiento de responsabilidad, necesidad de estudiar diligentemente la sabiduría de la Cabalá y de hacer todo lo posible para garantizar que todos alcancen ese estado sublime. Y nos enfrenta al dilema de que no podemos disfrutar realmente ese estado, si los demás no lo disfrutan. Debemos acercarnos a los demás para, de alguna manera, ofrecerles una muestra, aunque sea sólo una pequeña cucharada, de ese inmenso mundo de placer.
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