La relación del Estado de Israel con la Organización de las Naciones Unidas, a menudo ha estado plagada de tensiones y críticas. Así lo pusieron de manifiesto los comentarios recientes de Volker Turk, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, quien abogó por detener una «escalada ilógica» de violencia, refiriéndose a una operación antiterrorista israelí en Yenín. Una vez más, la ONU omitió condenar la serie de atentados terroristas en Jerusalén, que cobraron la vida de civiles inocentes, incluidos niños pequeños.
La hostilidad de la ONU hacia el Estado de Israel apenas supone una ruptura con la norma. En 2022, la ONU condenó a Israel más que a todos los países del mundo juntos. Es una tendencia constante. En mi libro, Nuevo antisemitismo: mutación de un odio antiguo, hablo largo y tendido sobre el sesgo antiisraelí de la ONU.
Si hoy el mundo tuviera que tomar la decisión de crear un Estado judío, sin duda y por unanimidad lo impediría. Un indicio de esta disposición negativa hacia Israel, se hizo evidente en la Asamblea General de la ONU de diciembre de 2021, cuando las naciones votaron 160-1 -Israel fue el único voto en contra- a favor de una resolución para renovar el financiamiento de la UNRWA -Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos. A lo largo de los años, esa organización se ha enfrentado a duras críticas, desde supuestos vínculos con organizaciones terroristas, hasta acusaciones de corrupción.
Si hay algo bueno en la tendencia antiisraelí de la ONU, es que, por fin, podemos ver que, ante los ojos del mundo, somos indeseables. Creo que, en un futuro próximo, veremos a la ONU pidiendo que los judíos que durante el último siglo y medio, se trasladaron a Israel, sean devueltos a la diáspora, alegando que es el lugar al que pertenecen, ya que nunca fueron residentes originales de la tierra de Israel.
Israel sigue buscando mejores formas diplomáticas para explicar su posición y demostrar que es valioso para el mundo y que los judíos tienen el derecho histórico de vivir en la tierra de Israel. No entendemos que el mundo no ve las cosas como nosotros. No le importa la historia ni la «nación emergente» que construimos aquí. Nos ve como una nación beligerante e invasora, que toma lo que no le pertenece y que explota el remordimiento del mundo por el Holocausto.
En lo que estamos totalmente equivocados es en que, seguimos ignorando nuestra obligación ante el mundo. Estamos aquí para construir «un hogar nacional para el pueblo judío», tal y como dice la Declaración Balfour. Lamentablemente, en lugar de construir nuestro hogar, juntos y en unidad, estamos divididos en facciones que luchan entre sí. Si los judíos no hacemos lo que debemos hacer, no tenemos razón para estar aquí. Así lo ve el mundo y cuanto antes nos demos cuenta, mejor.
Rav Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) advirtió: «Israel debe dar algo nuevo a las naciones. ¡Esto es lo que esperan del regreso de Israel a la tierra! …justicia y paz. Y esta sabiduría se nos atribuye sólo a nosotros. Si este retorno se cancela, el sionismo se cancelará por completo… Y sus residentes están destinados a soportar mucho sufrimiento. Sin duda, ellos o sus hijos, gradualmente abandonarán el país y sólo quedará un número insignificante, que finalmente se integrará entre los árabes». Escritos de la Última Generación.
Debemos reconstruir nuestra nación, reestablecer nuestra unidad bajo el lema «como un hombre con un corazón». Tenemos todo el derecho a declarar que, ese es nuestro objetivo al estar aquí de nuevo en la tierra de Israel y que no permitiremos que nadie interfiera en nuestros esfuerzos. El mundo no sólo respetará esta decisión, la apoyará.
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